AL fallecer la compositora irundarra Sara Soto Gabiola (Gorliz, 1941-Irun, 1999), su amigo Nestor Basterretxea le dedicó una bella elegía que terminaba con los siguientes versos: "No nos abandonas del todo, Sara, pues más fuerte y alto que nuestro dolor, es la música que nos dejas, como presencia tuya del amor que irradias".
En efecto, la obra de un artista suele ser el testimonio que prolonga su alma en el tiempo. La música de Soto, sus partituras, se convierten en este caso en el recuerdo de su vida y de su labor creadora. Memoria que se ha vuelto a despertar esta semana con la donación a Eresbil, el Archivo Vasco de la Música, de las copias y manuscritos originales de sus principales piezas. Una buena ocasión para recordar el legado de esta desconocida autora, madre de canciones populares como Maitasun honek zugan dirudi y Kanta kanta, así como de obras contemporáneas de la talla de Karraxiz y Cripta.
En la sede de Eresbil, los hológrafos se encuentran ya guardados en una caja de color verde, a la espera de ser debidamente catalogados por los técnicos. Son partituras que llaman la atención por la escritura -en tinta- ordenada y limpia que contienen. "Somos muy afortunados. Tenemos la gran suerte de estar rodeados de músicos y descendientes que valoran una obra desde el punto de vista artístico y patrimonial", afirma Jon Bagüés, director del archivo. El matrimonio formado por María Emma Soto y Ander Basterretxea, hermanos de Sara, han sido quienes han entregado dichos documentos a esta entidad, donde estarán a disposición de músicos e investigadores.
primera etapa
Cantautora
Sara Soto Gabiola nació en Gorliz en 1941, aunque su familia se trasladó a Irun cuando ella todavía era una niña. Tras fallecer en 1999, su familia impulsó con la ayuda del Ayuntamiento de Irun un doble CD (2006) en el que se recogen sus canciones populares, obras corales y piezas para órgano y piano. Sin embargo, según reconoce Bagüés, su legado sigue siendo bastante "desconocido".
Ese hecho se debe, en su opinión, "en parte" a su etapa de "cantautora y creadora" de melodías de la nueva canción vasca. "En aquella época los compositores quedaban escondidos, el cantante era quien tenía notoriedad", explica el director de Eresbil.
Efectivamente, Sara Soto se adentró en el mundo de la música a través de la canción popular. "Se introdujo de forma vocacional, natural, en el mundo de la guitarra", recuerda su hermana mayor, Emma. Fue entonces cuando acudió a un concierto de Ez Dok Amairu, quedando prendada de aquella propuesta que estaba cambiando el panorama musical vasco, y en especial de Lurdes Iriondo y de Xabier Lete, con quienes contactó y entabló amistad.
Gracias a aquella relación, la pareja artística más notoria de la escena euskaldun fue en aquellos comienzos la que dio a conocer la mayoría de sus temas. Lurdes Iriondo hizo suyos Gure margo eder hoiek, Txori bat bezala y, quizá la más conocida, Maitasun honek zugan dirudi (Artezi, 1974), mientras que Lete interpretó más tarde Elurretako printzesak (1989), y Begi sakonak, entre otros. Del poeta de Oiartzun era la letra de Kanta kanta, con música de Soto, que popularizó la cantautora María Ostiz en una de las incursiones que realizó en idiomas minoritarios del Estado (María Ostiz canta en vasco, Hispavox, 1969).
A esta etapa pertenecen algunas de las piezas originales entregadas a Eresbil. Además de las obras vocales Maitasun honek zugan dirudi, Txori bat bezala, Gure margo hoiek, y Elurretako printzesak, también se incluyen Ni ez naiz jakitun (letra de Inaxio Goikoetxea) y Oroitzen zara Martintxo y Kanta Martintxo, con letra de Nestor Basterretxea y que fueron publicados por Txomin Artola para Xoxoa.
petición de basterretxea
Nacimiento de "Karraxiz"
El escultor de Bermeo fue otra de las figuras más influyentes en la trayectoria artística de Sara Soto. Según recuerda su hermana, tuvo la suerte de rodearse de grandes amigos, que a la vez eran grandes profesionales. José Antonio Canoura, Fernando Etxepare y Ricardo Requejo le enseñaron los secretos de la composición y fueron sus mentores. Y ahí entró en escena Basterretxea, quien le pidió que pusiera música a su Serie Cosmogónica Vasca, sobre la que había escrito unos poemas.
Era la década de los sesenta. "Se inició a fondo en la música coral. Aquel trabajo le dio mucho trabajo y el resultado, para aquella época, fue una obra moderna y rompedora". Emma Soto se refiere a uno de los trabajos más conocidos de su hermana, el poema coral Karraxiz (1979). "Realizó una búsqueda contemporánea a partir de aquellos versos", define Bagüés, quien mira las partituras y añade: "En la misma grafía se juega mucho con verticalidades. Hay un deseo de que la música esté al servicio de la letra", añade.
Y si Karraxiz fue una obra "de búsqueda", su siguiente trabajo (basado en la obra de Nestor Basterretxea), Cripta (1984), fue una creación para órgano "más acabada desde el punto de vista estético". Se basó en los murales que pintó el escultor en la cripta de Arantzazu, que le impresionaron "profundamente". La versión original de esta última pieza, junto con Sargori, para piano, forma parte del legado ahora guardado en Eresbil. Todas ellas son piezas muy conmovedoras. Ahora, seguirán conmoviendo a todas las personas que se acerquen allí.