madrid. Extremeña de nacimiento pero con un larga carrera como actriz centrada en Madrid, Florinda Chico destacó en el cine y el teatro estatales como una secundaria repleta de simpatía y vitalidad, hasta que ayer falleció, tras ser ingresada en una clínica por un catarro muy fuerte, con 84 años de edad.

Así lo hizo saber a Efe su marido, Santos Pumar, antes de que el tanatorio de la M-30 comenzara a acoger a clásicos de las tablas como Lola Herrera, Pedro Osinaga, Mariano Ozores o Marisol Ayuso, quienes quisieron despedirse de "un ser irrepetible", tal y como la definió su compañera y veterana intérprete Lola Herrera, visiblemente afectada. "El cine español pierde una actriz estupenda. Ella había trabajado muchísimo y ahora estaba disfrutando de la vida", señaló la versátil actriz vallisoletana, inolvidable por su monólogo de Cinco horas con Mario.

Florinda había fallecido a las cinco de la mañana, tras diez días aquejada de una afección respiratoria, y la nota de la Academia de Cine no se hizo esperar: en su web hizo un pormenorizado repaso de la trayectoria de la actriz extremeña, "una de las intérpretes -afirmó- más queridas y admiradas por el público". Además, la calificó de "una mujer que se adelantó a su tiempo y que, en los años de posguerra, se atrevió a decir aquello de Mamá, quiero ser artista mucho antes que Concha Velasco".

Florinda, como recordó ayer la Academia, hizo de todo: salas de fiesta, cabaret, café-teatro, revista, zarzuela, comedias, obras de Valle- Inclán, series y películas. Su viudo, Santos Pumar, subrayó que la popular actriz hizo casi siempre "reír a la gente, que es mucho más difícil que hacer llorar".

"He tenido una vida muy bonita, pero muy dura. Pero estoy satisfecha porque nunca pensé conseguir tanto", había reconocido esta locuaz actriz, ya retirada de una profesión a la que había dedicado las tres cuartas partes de su vida.

El director de cine y guionista Mariano Ozores destacó ayer de la actriz, con la que él trabajó en una veintena de películas, "sus ojos, unos ojos preciosos, y su alegría". Según Ozores, la actriz era "muy taquera, muy palabrotera, pero también una persona muy entrañable".

Tras dejar su Don Benito natal con 21 años, Florinda trabajó en Madrid como vendedora de helados, mecanógrafa de la ONCE y modista, hasta que Jacinto Guerrero la descubrió, dándole su primer papel en la revista La blanca doble, aunque fue Celia Gámez quien la ascendió a primera actriz.