getxo. Risueño y confiado, sin un ápice de nostalgia y con la tranquilidad que da el trabajo bien hecho, Eugenio Gandiaga se ocupa ahora de gestionar un tiempo que hasta hace poco invertía en su lugar de trabajo: el Aula de Cultura de Getxo. "No me aburro ni un minuto", dice el flamante jubilado, "porque antes mandaba a un grupo de cien personas y ahora un grupo de cien personas es la que me manda a mí". Desde el Aula se organizan cada año eventos de la talla de Getxoarte, el Salón de Cómic, el Concurso de Coros de Santa Águeda o los Festivales de Jazz, Blues y Folk.
Su afición por la cultura no se gestó en el Aula. Usted ya se asomaba a las bibliotecas y a las comisiones de fiestas en los sesenta.
Me gustaban los libros y puse una librería; a partir de entonces leí menos que nunca. Nos tocó vivir una época dura de bombas y conflictos, y algo me tocó también. Luego puse una copistería, y más tarde me presenté a las oposiciones del Aula de Cultura.
Pero usted ya trabajaba en la Comisión de fiestas de Algorta.
Y en los scouts, donde había grupos culturales, aunque eran básicamente grupos de montaña. Pero cuidado, aquel movimiento ciudadano fue muy importante, porque de ahí surgió el Festival de Jazz.
Curioso.
Así es. El Festival arrancó hacia el 74-75, en las fiestas de San Ignacio. Los eventos tradicionales estaban desapareciendo y la gente quiso recuperarlos. Creamos la comisión y presentamos al ayuntamiento un proyecto de fiestas, y ahí quisimos incluir algo novedoso. La idea nos la dio Luis Iturri, gran personaje y amigo nuestro. Pedimos ayuda al Festival de Jazz de Donostia y nos apoyaron: los que iban al concurso de grupos aficionados de jazz luego pasaban por Getxo. Poco a poco el festival fue cogiendo aire y la comisión no pudo con todo, así que se le pidió al Aula de Cultura que se hiciera cargo; eso fue hacia el 84. Otro tanto pasó con el Certamen de Coros, que surgió en el barrio San Martín.
Usted pasó de la comisión al Aula, así que conocía los anhelos de los getxoztarras.
La gente del Aula ha surgido de estas iniciativas; eso es importante, porque no pierdes el contacto con el pueblo.
También tuvo sus roces con la corporación de entonces, y llegó a montar una huelga de hambre.
Sí, a la hora de contratarme surgieron problemas, pero hablar de eso no lleva a nada. Yo traté de demostrar en todo momento que estaba capacitado para ese trabajo.
¿Cómo encontró aquella incipiente Aula de Cultura?
Los ayuntamientos democráticos estaban empezando a funcionar y había una plantilla de dos personas, conmigo tres. Era partir casi de cero, aunque ya se hacían algunas cosas: había un cineclub (que sigue vigente), el Aula tenía una biblioteca... Pero no había fax ni teléfono.
¿Obtuvo pronto el apoyo político que necesitaba para llevar a cabo los nuevos proyectos?
Esos proyectos no se pueden llevar a cabo sin apoyo político. Ellos marcas unas líneas, un marco, pero luego tú puedes presentar los proyectos que te parezcan, y hemos trabajado con mucha libertad. Y hay que dejarlo claro: además del apoyo político he contado con un equipo de personas magnífico a mi lado.
Otra de las labores del Aula fue la descentralización de la misma ¿no?
Tenemos barrios con personalidad propia, como Andra Mari, Las Arenas o Algorta, y mis amigos me dicen siempre que Getxo es un invento del Aula de Cultura, porque una de las cosas que nos impuso el ayuntamiento -con toda lógica- es que había que hablar de Getxo. El ayuntamiento tuvo una feliz idea, que fue la de dotar a cada barrio de su propia Aula de Cultura, coordinadas, eso sí, desde el Aula de Getxo. Así, distribuimos los acontecimientos y también las molestias.
Entre los diez mejores eventos musicales de toda Euskal Herria hay tres de Getxo: los festivales de Jazz, Blues y Folk. Un logro que trasciende a lo meramente local.
Sí, pero nosotros organizamos todo para la gente de Getxo, aunque algunos de los eventos los creamos hace mucho tiempo, cuando no había tantas cosas, y eso les ha dado fuerza.
¿Le hacen la competencia a Bilbao?
Nosotros hemos programado siempre para Getxo, como es lógico. Lo que pasa es que llevamos muchos años con algunas cosas, como el Festival de Jazz o el de Folk. Entonces había muchas menos cosas en la agenda cultural vasca y eso ayuda, son eventos con poso.
¿Cómo se organiza un evento de ese calibre?
Por ejemplo, el Salón del Cómic. Lo primero que hacemos es reunirnos con todos los agentes que están alrededor del sector: dibujantes, tiendas, editoriales.. Eso lo hacemos todos los años. Y luego copiar a los buenos, en este caso al salón de cómic de Barcelona. Y, claro, revisar bien los proyectos antes de aprobarlos, es decir, ver si serán viables, incluso, diez años después. La cultura es una carrera de fondo.
Y puede llegar a ser, incluso, motor de una ciudad, aunque nos hemos dado cuenta hace poco.
Hoy en día se habla de la industria cultural como motor de las ciudades. Quizá ha tenido que venir el Guggenheim para que nos diéramos cuenta de eso: que la cultura puede ser un motor para una ciudad, sí.
¿Deja algo en el tintero?
Siempre se podrían haber hecho mejor las cosas, pero me voy contento porque pronto tendremos un nuevo teatro -con salas de cine- y un Aula de Cultura nueva en Santa Eugenia.