Bilbao
Siempre fueron los más demenciales, peligrosos, libres y acelerados. Y los más sinceros y congruentes, compromiso que llevó pronto a la tumba a dos de sus tres integrantes. A pesar de ello, Eskorbuto sigue vivo dos décadas después de su desaparición como trío. La reedición de su discografía, calculada en píldoras por el superviviente batería, Paco Galán, afecta a su mejor disco, Anti todo, publicado por el sello BCore, dos décadas y media después.
Basta echar un vistazo en internet para comprobar la pasión que despierta Eskorbuto entre los aficionados. Y no sólo de Euskadi y el Estado, sino también en Latinoamérica. Quizás se deba a que nunca dieron su brazo a torcer y acompañaron cada uno de sus versos, tan lúcidos como macabros y clarividentes, con acciones que los refrendaban y proyectaban en su vida diaria. Desde su debut hasta la tumba. Al trío se le puede tildar de muchas cosas, pero no de que engañaran a nadie.
Vayamos por partes. Olvídate de Green Day y Pignoise, por poner dos ejemplos de lo que hoy se considera punk, aunque sea cercano al pop. Incluso de Ramones, que han acabado tan mal como Eskorbuto con el paso del tiempo y ya se adelantaron a ellos grabando una canción titulada I´m against it (Estoy en contra), en su mítico Road to ruin, en el que rimaban Burger King con anything. El trío de Ezkerraldea sí que estaba en contra de todo... y de todos. Era tan odiado por el sistema como por parte del antisistema, especialmente el abertzale y más radikal de los 80, cuando se negaron a ser manejados por la izquierda abertzale.
Anti todo, disco que se grabó en los estudios Tsunami y que se editó en 1985, suena ahora mejor en este nuevo formato Cd remasterizado, que sigue la pista a los recuperados recientemente La más macabras de las vidas y Demasiados enemigos, los dos últimos trabajos firmados por el trío original. Mejor pero sin restar ni un ápice al sonido rasposo, directo y afilado de unos Eskorbuto que condensaron toda su mala hostia, filosofía anarkista y fiereza punk en la decena de canciones de este álbum, quizás el mejor de la escena punk en castellano de todos los tiempos y que fue grabado a toda velocidad y sin gran pasta porque la que tenían la gastaban en sus dependencias varias.
Sus títulos son como dardos. Claros y concisos, y suenan con la contundencia de las declaraciones de principios. Del inicial Historia triste a Ha llegado el momento (el fin), pasando por De tí depende (tú eliges), Cuidado o Haciendo bobadas. ¿Se puede ser más cristalino y sincero? Ahí está en su mejor momento Josu, guitarra y voz de púa y garganta iconoclasta. El antivirtuosismo elevado a la categoría de arte. Junto a él, un batería efectivo y Jualma, al bajo, parco pero siempre dando la nota adecuada y luciéndose, especialmente en Mata la música, el corte más iconoclasta del lote, con su latido casi funk.
Anti todo es ejemplo de actitud, convencimiento, lucidez y rebeldía. El ejemplo de que se pueden contar/cantar/denunciar muchas cosas sin saber casi cantar ni tocar. Son 32 minutos de punk kamikaze. Dirigido contra una pared que sabes que no podrás derribar y cuya onda expansiva se va a volver en tu contra para llevarte por delante. De canciones míticas, como Cerebros exprimidos y la crudísima y violenta Tamara. Y de versos imperecederos como "no hay amigos ni enemigos/lucha necia, todos contra todos" o "perdida la esperanza, perdida la ilusión... el pasado ha pasado y por él no hay nada que hacer/el presente es un fracaso y el futuro no se ve". Si Josu y Jualma vivieran hoy seguirían cantando "no lo entiendo, no lo entiendo...". Sinceridad kamikaze.