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"Hay pocas ciudades como Bilbao que tengan dos museos tan extraordinarios"

El artista colombiano Fernando Botero realizó ayer una visita relámpago para conocer el Bellas Artes

"Hay pocas ciudades como Bilbao que tengan dos museos tan extraordinarios"Foto: pablo viñas

bilbao. Había visitado Bilbao hace 13 años para asistir a la inauguración del Guggenheim, pero en aquella ocasión no le quedó tiempo para conocer otro de las joyas artísticas de la ciudad, el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Ayer, Fernando Botero, uno de los más importantes artistas vivos latinoamericanos y uno de los más cotizados del mundo, aprovechó una visita relámpago a la capital vizcaina para recorrer sus galerías, acompañado del alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna. "¿Cuántos habitantes tiene Bilbao? Hay pocas ciudades como esta en el mundo que cuenten con dos museos tan extraordinarios como este", exclamó el artista colombiano durante un momento del recorrido. Junto al pintor, se encontraba también su esposa, la artista griega Sofía Vari, escultora de joyas, que se encuentra inmortalizada en un fresco sobre el infierno que el artista realizó sobre una pared de la pequeña iglesia de San Antonio Abate.

Recientemente, el museo bilbaino ha exhibido cuatro de sus obras en el marco de la exposición Taurus. Del mito al ritual, producida por la propia pinacoteca, en torno a la figura del toro en el arte. Muy pocos conocen que con 15 años uno de sus tíos, que compartía con él la afición taurina, matriculó a Botero en la escuela de tauromaquia de la plaza La Macarena de Medellín para matar el gusanillo y capear la pobreza. De esa afición taurina surgieron las pinturas que el museo bilbaino ha expuesto durante el verano. "Ha sido la primera vez que se han visto algunas de mis pinturas aquí, pero me estoy dando cuenta de que las galerías de este museo son fantásticas", confesaba, mientras se paraba enfrente de un cuadro de Kiefer. Aunque confiesa que no tiene muy buena imagen del arte contemporáneo, que está, en su opinión, en el momento más bajo de la historia, "pero hay algunos cuadros como este, que son extraordinarios. O como estos de Georges Rouault o las esculturas de Eduardo Chillida".

figuras "voluminosas" En 1984 Botero vendió su primer cuadro en una de las grandes casas de subastas, Sotheby"s, en Nueva York. Un importante coleccionista de Andy Warhol compró La familia por medio millón de dólares. No conocía a Botero, pero siguió los consejos de los especialistas que ya apostaban fuerte por él. Y no se equivocó. El colombiano ha pulverizado muchos récords, entre ellos, el de ser el artista latinoamericano por cuya obra se ha pagado el precio más alto en una subasta internacional.

Fundamentalmente, Botero, que ha pasado la mayor parte de su vida fuera de su país, saltó a la fama gracias a sus figuras "gordas", que él prefiere llamar "voluminosas". "A veces me han dicho que soy el pintor de las mujeres gordas - sonríe- pero la realidad es que a mi me interesa el elemento volumen en la pintura. Todo lo que hago, mujeres, animales, paisajes... son formas volumétricas. El volumen da un elemento que se ha olvidado en el arte contemporáneo. Toda la pintura desde Giacometti fue volumétrica, y durante todo el siglo XX fue más plana. Desgraciadamente, empezaron a decir que si había volumen no era una pintura, sino una escultura. Había que negar lo mejor de cinco siglos de la historia del arte porque decían que eran esculturas pintadas. Son cosas que se inventan los críticos de vez en cuando y traen problemas a los pintores jóvenes porque les llenan la cabeza de ideas absurdas", se queja Botero, que se considera más pintor que escultor, "en el sentido de que he dedicado más tiempo de mi vida a la pintura".

Pero a Botero ningún crítico le ha llenado la cabeza de ideas absurdas. "Siempre he sido fiel a mis inclinaciones, a mis ideas. Al principio, me resultó difícil. He tenido toda la oposición inimaginable y también sigo recibiendo críticas. Pero no me importa porque mi trabajo es muy bien aceptado en casi todos los circuitos. No hay ningún pintor vivo que tenga tanta obra en los museos. Creo que, a excepción de Australia, mi obra se ha visto en todo el mundo. Si me aceptan los museos, el hecho de que haya algún crítico que no le guste, no me desvela".

A sus 78 años, muy bien llevados, parece un hombre satisfecho. A pesar de haber logrado ya todo lo que el artista y el hombre pudieran soñar y tener más éxito del que ningún pintor vivo podría desear, sigue disfrutando de cada instante de su vida. Confiesa que ya no trabaja por obligación, "lo hago por placer. Soy un trabajador incansable, me divierte muchísimo pintar".

Y lo hace doce horas al días en sus diversos estudios situados en París, Nueva York, Italia y Bogotá. Siempre fiel a su estilo. "Nunca he cambiado porque me interesa la evolución, pero no el cambio. El que cambia es que no ha encontrado nada", explica.

Han sido pocas horas en la capital vizcaina, pero en este tiempo a Fernando Botero le ha dado tiempo a apreciar que "la ciudad tiene otro aspecto diferente que hace 13 años. Mucho más bella, pero afortunadamente no ha perdido su personalidad".