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Mientras Bilbao la Vieja trata de sacudirse su sambenito de zona conflictiva de la capital vizcaina, apuesta por ser el espacio donde más propuestas vanguardistas se dan en el terreno cultural: librerías alternativas (multiculturalidad, viajes...), galerías de arte audaces (Garabat, Espacio Marzana, D"Espacio...), estudios-taller, los diseños de Recrea2, concursos de graffitis, sábados interculturales, cuentacuentos, cocina internacional... Pero todo este instructivo caldo de cultivo no es nuevo: en los años 80 y 90 hubo una eclosión artística, revolucionaria, transgresora, creativa y asociacionista, que dio a luz a una serie de hijos que luego han ido encontrando su espacio en el difícil y controvertido mundo del arte. Entre ellos, Álex de la Iglesia, Detritus o Biafra y Arrizabalaga.

Custodiados por Lacoonte, aquellos alumnos de Bellas Artes ochenteros han revivido, desde el pasado jueves, en la segunda planta del Museo de Reproducciones de Bilbao. El perseverante promotor de la exposición es el crítico de arte y comisario Txema Agiriano, conocido por organizar el Festival MEM desde hace 9 años y que ha buceado en lo que se larvó en esos años en Bilbao la Vieja, buscando meticulosamente información y documentos y entrevistando a los artistas -algunos, que viven lejos de Bilbao-, para mostrarlos en BLV-Polo Artístico. Un Álex de la Iglesia casi irreconocible, con la pierna escayolada y bebiéndose una cerveza, sentado en una desordenada y mítica Safi Gallery, flanqueado por un también hoy triunfador Alberto Urkiza, con una estética claramente ochentera. El culpable de estas curiosas imágenes que podemos ver en la exposición es Alejandro de la Rica, quien retrató como nadie aquella época y después ha trabajado como reportero y freelance.

Además de estas fotografías, vídeos, folletos y carteles se despliegan en una exposición que, en opinión de sus protagonistas, ha "abierto una brecha", recuperando la memoria de una época convulsa, prolífica y definitoria de lo que sería más adelante artísticamente Bilbao la Vieja y del futuro de aquellos jóvenes repletos de energía y de ideas. "Con Berlín como referente, sentíamos que estábamos participando en la Historia de la cultura de la Humanidad, aunque para otros fuéramos gusanitos de un barrio. No había normas fijas y sentíamos libertad; si a eso le sumas la juventud, era lo más excitante del mundo", cuenta a DEIA desde Madrid Detritus, uno de los iconos de lo que significó la Safi Gallery en Bilbao. Aunque no pudo estar en la inauguración el pasado jueves, Detritus está "entusiasmado" con el trabajo de Txema Agiriano, con la idea de recuperar aquellos días de creatividad sin límites: "Había punkies, abertzales, etc., pero no teníamos que cumplir con ningún requisito: antes del punk y el abertzalismo fueron lo dada y el manierismo. Lo principal era apartarnos del mainstream de forma osada. ¿Humanistas? Yo sí creo que lo éramos, como lucha de la Humanidad por despegarse de la animalidad más grosera", describe el impactante artista nacido en Donostia.

anarquistas con futuro Su entonces compañera y hoy amiga y colega Amaia Atorrasagasti -cuyos derroteros se han ido enmarcando en el arteterapia, en Francia y ahora en Bilbao- recuerda también con alegría aquellos productivos "y locos" años: "Yo era la única chica de la Safi. Solíamos estar Biafra, Arri (Arrizabalaga), Detritus, Álex de la Iglesia, Bañales (Bada), Alberto Urkiza... Cada uno hacía lo que quería, era algo muy anarquista y al mismo tiempo muy comunitario -se compartía todo-. Hacíamos fiestas donde cabía todo, desde obra colgada y performances, pasando por conciertos con Eskorbuto, hasta tartas de hachís. Fue entonces cuando hice mi armadura con latas de conserva. Aún nos juntamos de vez en cuando", relata la artista. Si para algunos aquel ambiente podría sonar a disparate, no cabe duda de que resultó fuente de muchas buenas ideas, ya que los artistas implicados en ese ámbito han ido acometiendo metas en muy diferentes campos artísticos. Pero el que "hizo de esto algo mediático", refiere Agiriano, es Álex de la Iglesia; Detritus ha expuesto en Europa y Estados Unidos; Beatriz Silva sigue creando muebles con cosas recicladas en Recrea2; Bada hace murales por doquier; Ramón Churruca trabaja en cine y performances; Arri y Biafra son reconocidos directores de arte cinematográfico en Madrid; Urkiza es montador; Mikel Escauriaza fotógrafo...

Según el crítico de arte y profesor de la UPV/EHU Xabier Sáenz de Gorbea -que impartió clases a muchos de estos autores-, "los ochenta fueron una época de mucha vitalidad, gran instinto y enorme espontaneidad creativa". Gorbea resalta los movimientos de expresionismo salvaje y la transvanguardia que destacaban entonces en la escena internacional y que "tuvieron muchos representantes entre nosotros". Los incipientes creadores atentaban contra el estatuto tradicional del arte, la figura del artista y las instituciones. "La resistencia toma cauces de autogestión y los artistas tratan de crear sus propios canales de presentación y divulgación de su obra". Entonces se creó Euskal Artisten Elkartea (EAE), Asociación de Artistas Vascos, que fomentaba el asociacionismo "y la asamblea continua". Atorrasagasti da fe: "pasábamos de asambleas a huelgas y manifas".

polo artístico vasco Txema Agiriano nos descubre este mundo que "transitaba entre lo local y lo internacional", como lo define Sáenz de Gorbea. Ha estudiado a fondo la evolución cultural y artística de Bilbao la Vieja y hace dos años propuso al Área de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao realizar esta exposición, que ha visto ahora la luz, con limitado presupuesto pero con vocación de crecer, manifiesta Agiriano. Txema, aunque no desestima otros espacios de vanguardia en la ciudad -como Arte Nativa en Deusto o las instalaciones de Zorrotzaurre-, quiere resaltar el barrio de Bilbao la Vieja como "polo artístico vasco".

Casi todo empezó cuando en 1988 Alberto Urkiza y José Ramón Bañales, Bada, volvieron de Berlín, de donde importaron su taller-galería, la Safi Gallery. En las Cortes se juntan Jorge Gómez, José Luis Arrizabalaga, Arri; Arturo García, Biafra, y Álex de la Iglesia. Instalaciones, performances, aquel aeroconcierto con Berto y Arri colgados y Biafra comiendo pescado crudo sobre un somier... fueron el inicio de una revolución artística en Bilbao.

En un collage realizado por Bada se ve a un Fausto Grossi cocinero y artista, a Txuspo Poyo, Beatriz Silva, Arri, Biafra, etc. Otro collage, de Urkiza, evoca una ría con aspecto de playa mediterránea. Carteles anunciadores del Kultur Bar, de espectáculos y eventos; vídeos de la televisión libre Amatau TV y de Las Chamas, y folletos y libros recrean aquellos años, bajo la cúpula de lo que fue la Iglesia del Corazón de María.