bilbao. Conversa con gesto serio y sin demasiadas prisas. El guionista de esa maravillosa película titulada Mi hermosa lavandería continúa narrando ese tipo de historias en las que cualquiera de nosotros podríamos vernos envueltos un día.

Siempre ha tenido los pies sobre el asfalto, ¿cómo siente Londres hoy?

Casi todos los escritores hablan de lo que tienen alrededor y yo trato de ver cómo han evolucionado los tiempos a través de lo que me rodea. En realidad soy un poco vago, no me muevo mucho, pero voy a los cafés y puedo observar el cambio a través de los camareros. Antes eran casi todos polacos. Ahora son franceses, españoles y húngaros.

¿Un buen laboratorio de lo que ocurre en Europa?

En los últimos años Londres se ha convertido en un lugar espectacular, dramático. Ha cambiado mucho desde los últimos atentados con bombas y desde que comenzó la crisis. Tengo tres hijos adolescentes y estoy preocupado por ellos. En los últimos diez años es como si los gobiernos hubieran inyectado un montón de ansiedad por los atentados que ha habido. La gente también tiene miedo a que le envenenen con las comidas, quedarse sin trabajo... En el mundo occidental estamos intentando limpiar el medio ambiente pero hay otro tipo de contaminación que es bastante perversa que es la ansiedad.

¿Existen motivos para sentirla?

La ansiedad se da por peligros reales como el terrorismo, el paro, la falta de vivienda... pero los gobiernos están utilizando eso para controlar a la población. Los regímenes totalitarios utilizan el miedo y los liberales, la ansiedad.

¿Cómo era el Londres que vivió en su infancia?

Yo viví la época de la posguerra que fue como estar dentro de una burbuja. Disfrutamos de una época de bienestar pero todo saltó por los aires en los ochenta. Mis padres no tenían muchos recursos pero yo recibí una educación gratuita, la vivienda estaba relativamente barata, había empleo total y un sistema de seguridad social, algo que Occidente no se puede permitir ahora.

¿De qué manera le afectó que su padre fuera paquistaní y su madre inglesa?, ¿en qué sentido ha influido en su literatura?

Hubo una época en la que lo que más interesaba era escribir sobre la raza y el multiculturalismo, sobre todo a finales 70 y principios de los 80.

¿Cómo está evolucionando esta sociedad multicultural hoy en Gran Bretaña?

Todo dependerá de la situación económica de los próximos cinco años. Si sigue la situación en declive y hay paro se les echará la culpa a los inmigrantes. Es algo muy paradójico. El bienestar del que ha disfrutado Gran Bretaña y otros países europeos se ha basado en el colonialismo y en la riqueza que han aportado los inmigrantes con su trabajo, pero ahora que hay problemas...

Para muchos la crisis iba a traer consigo un cambio en el modelo económico, ¿cómo lo ve?

En Gran Bretaña se está notando en los servicios sociales, la educación y el empleo. Caminamos hacia una sociedad mucho más competitiva, lo que hace que sobre todo la gente joven padezca más ansiedad. Creo que la gente se va a mover más según sus objetivos que según otro tipo de inquietudes culturales. Pero también es una buena oportunidad para que los jóvenes empiecen a plantearse el sistema. Podría llegar a ser una gran revolución.

¿Cuál es la situación del teatro en Londres más allá del éxito que conservan los grandes musicales?

Hay muchos teatros fantásticos pero no todas las noches puedes ir a ver cosas tan buenas. El teatro ahora va a sufrir un ataque grave porque se van a recortar un 40% los fondos. Va a ser una vergüenza porque la mayor parte de actores y directores salen del teatro. Es el que está alimentando al cine y la televisión británica. Va a entrar en una especie de coma y va a ser un desastre para el teatro inglés.

En sus últimas obras literarias usted se ha centrado en las relaciones de pareja, ¿por qué ese interés prioritario en las rupturas?

Cuando uno cree en el amor busca una relación plena, que le llene, pero también uno es consciente del dolor que causa que esa relación salte por los aires. Esa posibilidad existe y ahora sabemos que la mayoría de los matrimonios se rompen. Siempre están ahí las dos posibilidades, la de enamorarte y la de que ese amor se acabe. La ruptura, como se describe en mis libros, duele tanto porque la esperanza siempre es enorme.

Cuando escribe sobre sexo sus personajes suelen tomar dos posturas, los que lo buscan y los que lo rehuyen, ¿por qué?

En realidad yo escribo sobre el amor, sobre esa capacidad de estar con alguien y con el terror que siempre supone convivir con esa persona. Eso es siempre lo que mueve a los artistas, la posibilidad del amor.

¿De qué manera le ha influido a usted el psicoanálisis?

Me ha permitido mantener conversaciones sostenidas sobre los temas que me importaban con alguien a quien respeto. Freud inventó este sistema en el que tienes una entrevista con alguien en un espacio muy concentrado. Conversas sobre cosas y expresas fantasías mientras la otra persona te está escuchando. La relación que se establece entre el psicoanalista y tú es única. Te escuchas mucho mejor a ti mismo cuando tienes a alguien que te escucha. No lo supera ningún antidepresivo.

¿Tan difícil resulta que alguien nos escuche?

Escuchar al otro es casi insoportable, es algo más íntimo que practicar el sexo. ¿Cuánta gente quiere escuchar mucho a los demás? Escuchar es ser consciente del otro.

¿Qué hace el escritor?

Un escritor puede adoptar el papel que quiera, pero a veces resulta difícil hablar, por la situación del país o por el trato con los demás. Un artista tiene que atreverse a hablar de todo aquello que no se puede.