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FORD C-MAX,el monovolumen medio se duplica para ofrecer un envase compacto de líneas sugestivas y otro largo más funcional con siete plazas

El nuevo C-Max disocia su oferta para proponer dos envases: un primoroso compacto de cinco asientos y otro más práctico e insípido de siete dotado de puertas laterales deslizantes. Recurre a fiables mecánicas diésel y gasolina de 95 a 150 CV y brinda una cabal relación calidad-precio (de 17.850 a 27.550 euros).

LA sucesión del C-Max coincide con un ligero declive en la demanda de los vehículos monoespacio de proporciones medias. La falta de clientes no arredra a Ford, decidido a competir con los líderes de la categoría. Para lograrlo, la nueva remesa está obligada a duplicar las ventas de la edición que desaparece. Cualidades no le faltan.

El principal obstáculo al que se enfrenta es, precisamente, el que supone su reputada y asentada competencia: Picasso, Scenic y Altea. Para plantar cara a esos contrincantes el C-Max empieza por imitar su repertorio, disociando su oferta para proponer dos formatos complementarios. Además del habitual envase de cinco plazas crea otro más corpulento y capaz con siete.

El nuevo compacto parece, más que un monovolumen al uso, uno de esos turismos de diseño mestizo que curvan y elevan el techo para ganar habitabilidad (el precursor de esta corriente fue el Peugeot 308). El cambio de registro estético no altera demasiado las proporciones del modelo anterior: mide 4,38 metros de largo, 1,83 de ancho, 1,62 de alto y 2,65 de batalla. El único inconveniente de apostar por este tentador estilo es que confiere al C-Max escueto un parecido bastante acusado al próximo Focus de cinco puertas, que pierde así capacidad de sorpresa cinco meses antes de su lanzamiento comercial.

Por su parte, la variante Grand añade 140 milímetros entre ejes y realza su cubierta otros 58 (72 si se cuentan las barras) para acoger hasta siete ocupantes. Mientras la carrocería corta apela a la emotividad, la larga impone un espíritu mucho más práctico. Esa decisión resta plasticidad e impide que salga airosa de la comparación. El incremento de talla y la instalación en los flancos de puertas traseras correderas suponen siempre un desafío a la imaginación de los diseñadores. La labor de éstos, condicionada por un afán más funcional que estético, no alcanza la delicadeza del envase conciso. Al lado de este, el C-Max de siete plazas resulta mucho más versátil, pero también menos conmovedor; especialmente visto de espaldas, perspectiva que induce a confusión con algún veterano de Corea.

En cualquier caso, ambas interpretaciones van enfocadas a públicos diferentes. Tras la elección del modelo corto -Ford espera que suponga el 70% de los pedidos- se presumen motivaciones estéticas o la búsqueda de confort sin renunciar al dinamismo. Decantarse por la versión de mayor eslora significa supeditar la visceralidad al pragmatismo, sacrificando algo la imagen en aras del volumen.

estrena motores Además de las dos modalidades de carrocería, la gama C-Max contempla dos puestas en escena y cinco motorizaciones. La clientela puede elegir el propulsor que mejor se adapte a sus necesidades y a sus recursos de los cuatro turbodiésel y dos de gasolina disponibles.

La oferta gasóleo consta de cuatro TDCi. A las conocidas ejecuciones con 95 y 115 CV del motor 1.6 suma otras dos realizadas a partir del más reciente 2.0, igualmente desarrollado junto al grupo PSA; el dos litros se encuentra disponible en versiones de 140 y 163 CV, ésta última combinada sólo con el carrozado corpulento.

Acertar con el propulsor idóneo depende del estado financiero pero también requiere analizar el uso que se dará al coche. Los cuatro hacen gala de un grado similar de limpieza y austeridad (reclaman entre 4,6 y 5,3 litros de promedio oficial). Las diferencias entre ellos estriban en el precio y, sobre todo, en el poderío. Así, los 95 caballos de la variante más modesta cumplen a la hora de animar el C-Max de usuarios poco dados a las prisas, pero decepcionarán a los que pidan más chispa. Otro tanto puede suceder con el diésel inmediato (115) a compradores de un Grand poco pacientes o muy acompañados. El punto de mira de este tipo de usuarios se dirigirá hacia los turbodiésel más solventes. La versión de 140 CV representa una buena solución de compromiso, incluso combinada con el envase largo, para aquéllos a los que el TDCi superior (163 CV) les quede fuera de órbita económica.

La vertiente gasolina del catálogo contiene dos sugerencias bastante dispares. Arranca con un sencillo 1.6 Ti-VCT de 105 CV, motor cumplidor que concilia registros decorosos y buenos números. Mucho más sugerente resulta la segunda mecánica. El 1.6 Ecoboost es un debutante que combina alto rendimiento (150 CV) con niveles de contaminación y consumo contenidos (se conforma con 6,6 litros). Todas las motorizaciones del C-Max van asociadas a caja manual de seis marchas salvo la menor de gasolina, que tiene cinco; el gasóleo 2.0 tiene la posibilidad de montar la transmisión automática secuencial PowerShift con embrague dual y control electrónico.

bien acabado El C-Max exhibe un diseño moderno y agradable. Su cabina está ambientada con cierto esmero y ensambla correctamente materiales de calidad, por lo que resulta acogedora. Ford ha aumentado su nivel de exigencia y sólo comercializa los acabados más altos (Trend y Titanium). Aunque la dotación de elementos de seguridad y confort es importante, se puede completar con diversos paquetes opcionales. Contienen recursos técnicos habituales y otros no tan frecuentes en este tipo de automóviles: asistente de aparcamiento activo (sin intervención del conductor), detección de obstáculos en el ángulo muerto del retrovisor, apertura automática del portón, cámara de visión trasera, etc.

El modelo debuta con una tirada inicial de tres mil unidades denominada "First Edition", que va provista de un maquillaje y unas dotaciones especiales. Por el mismo precio que el acabado Trend disfruta de un nivel de equipamiento semejante al Titanium.

La tarifa del C-Max parte de 17.850 euros, precio del gasolina 1.6 de 105 CV con acabado Trend. Toca techo con la versión Grand Titanium animada por el 2.0 TDCi de 163 CV y provista de caja Powershift, que cuesta 27.550 euros. El diésel más asequible, 1.6 TDCi de 95 CV, cuesta 19.950 euros. El salto a cada motor gasóleo superior supone 1.000 euros extras; la diferencia entre la carrocería compacta y la de siete plazas oscila entre 1.350 y 1.650.