Muerte a la parodia Híncame el diente

EL cine ha perdido la capitanía de las parodias y hoy día, youtube es el centro de almacenamiento más interesante para los trabajos más ocurrentes y críticos del mundo audiovisual. La industria de Hollywood tiende a ensimismarse y utilizar códigos autoreferenciales para promocionarse y crear nuevos ídolos y formatos para los adolescentes y lo jóvenes. Híncame el diente es algo así como una parodia de la saga Crepúsculo y de otros títulos conocidos como Querido John y la cultura pop estadounidense: Taylor Swift, los Jonas Brothers, Lady Gaga... Las parodias o las películas desternillantes que han hecho época (Aterriza como puedas) se hicieron en una época en la que el humor era un arma políticamente incorrecto, libre e intelectualmente ágil. Pero hoy día difícilmente se podrían deducir chistes o gags universales en campos como la religión o la política. Hacer una parodia de los simpáticos Jonas Brothers puede resultar divertido para un programa televisivo de un humor más ácido, pero en esta sociedad disneyniana de iconos aromatizados de inocencia y virgindad, Híncame el diente se limita a algunas escenas de mamporreros, peleas, y caracterizaciones prestadas. Sí, tiene algunos golpes de efecto graciosos y otros desperdiciados. Los autores de Epic Movie y Casi 300 parecen conscientes de que la verdadera parodia no se esconde en las películas de vampiros o en los actores Robert Pattinson, Kristen Stewart y Taylor Lautner, sino en los personajes estereotipados que copan los institutos estadounidenses. Pensándolo bien, las parodias más curiosas que ha estrenado Hollywood son aquellas que no pretendían serlo. Como Una rubia muy legal, o Sexo en Nueva York II, por poner dos ejemplos.

Ese subgénero tienen graves enemigos: la legalidad y la mentalidad actual, adormilada y reaccionaria. Y así es difícil afrontar en condiciones una película de un humor tirando a blanquecino. Que quiere ser gamberro.