la habana. El Festival Rotilla, la gran fiesta rave de Cuba, cerró ayer tras 72 horas de música ininterrumpida en una playa al este de La Habana, donde miles de jóvenes han buscado la "cultura alternativa" de la isla entre tatuajes, alcohol y ritmos electrónicos. En Playa Jibacoa, decenas de casas de campaña, escenarios junto al mar con bandas y Djs, servicios de tatuajes instantáneos, ron cubano y un ambiente de espontaneidad total, rinden culto al evento del "sin parar", que este año ha celebrado su duodécimo aniversario.
Al estilo del rave más puro, el Rotilla es gratuito, promueve el sonido electrónico en un espacio naturista. En 2009 el festival rompió su propio récord con casi 10.000 personas, y para esta edición ha rondado las 15.000.
En sus orígenes se trataba sólo de una fiesta entre amigos que querían bailar "sin ley" fuera de la ciudad, y para los cuales parecía imposible que el Gobierno llegara a respaldar un rave masivo que promueve a parte del arte underground cubano. Con los años ese litoral quedó pequeño y hubo que mover la fiesta a Jibacoa, una conocida playa ubicada a unos 57 kilómetros al este del centro de La Habana.
Los detractores, incluidos algunos vecinos del lugar, ven el evento como una fuente de suciedad para las playas y como un encuentro para hippies y rockeros. Sin embargo, otros defienden el legado cultural de Rotilla porque lo ven como un movimiento "defensor" de la música electrónica que se hace en la isla.