LA versión Combi del Superb responde generosa y fielmente al retrato robot del turismo familiar. Aunque la aparición de nuevos conceptos de automóvil, como los monovolumen más o menos inflados, les ha restado parroquianos, esta clase de vehículos con envase de techo prolongado hasta la popa sigue contando con adeptos. A esos usuarios, necesitados o simplemente partidarios de formatos más capaces de lo habitual, se dirige la nueva lectura del estandarte de Skoda. Desarrollada sobre la base de la berlina de tres cuerpos, presenta una carrocería de zaga extendida que procura uno de los maleteros más capaces del mercado (633 litros). Acepta del repertorio VW mecánicas con inyección directa gasolina y turbodiésel de 105 a 260 caballos; escalona su tarifa desde 23.780 a 39.020 euros.
La atribución de distintos roles dentro del grupo Volkswagen, del que forma parte, asigna a Skoda el papel de marca práctica y funcional. El fabricante originario de la República Checa ha sabido adaptarse dócilmente a dicho cometido, asumiendo una misión gris. Renuncia a la notoriedad que otorga el estreno de tecnologías punta o diseños de vanguardia a cambio de un estatus seguro y un porvenir previsible.
Sus coches reflejan perfectamente esa táctica. Pocos clientes recalan en la firma atraídos por una estética irresistible o llamados por el último grito en ingeniería. El consorcio alemán guarda esos alicientes para sus dos marcas punteras, que rentabilizan mejor las inversiones al cobrar tarifas bastante superiores a las de Skoda. Aunque huérfana de primicias, ésta tampoco corre riesgos y se conforma con heredar soluciones técnicas punteras una vez que ya están perfectamente probadas y amortizadas. Ahí estriba, precisamente, la clave de su éxito: en la combinación de fiabilidad y precio.
El Combi del Superb es un buen ejemplo. Lo que más llama la atención de este vehículo es su corpulencia y, como consecuencia de ella, su amplitud interior. El envase familiar se construye sobre la misma plataforma usada por el de tres cuerpos. Así pues, las dimensiones coinciden: 4,84 metros de largo, 1,82 de ancho, 2,76 entre ejes y 1,48 de alto (1,51 contando las barras). La prolongación del techo hacia la retaguardia -el acusado declive del parabrisas posterior comienza a la altura de las ruedas traseras- habilita una zona de carga inusualmente espaciosa.
El portaequipajes ofrece 633 litros bajo la cortina, 68 más que el del sedan, volumen que aumenta considerablemente al aprovechar el hueco hasta el techo; abatiendo el asiento de atrás se obtienen unos espectaculares 1.865 litros. El maletero puede tener portón con apertura eléctrica, que va acompañado de un sistema de plegado automático de la bandeja. Propone, asimismo, un doble fondo y recursos (ganchos, redes y rieles de aluminio) para estibar en su interior los bultos.
Esos cuartos traseros henchidos confieren una sensación de mayor desahogo a la cabina, pero no alteran la habitabilidad original del vehículo. El Combi repite las excelentes cotas del sedan, que destaca sobre todo por la gran distancia que concede a las piernas de quienes ocupan el asiento trasero, aspecto en el que no tiene rival. Es, por tanto, un automóvil ideal para emprender largos viajes o para acomodar a personas de complexión física superior a la media.
aval de vw Sus evoluciones competen a una gama de propulsores bien conocida, no en vano son las mismas unidades procedentes del banco de órganos de VW que utiliza el Superb de tres cuerpos. El familiar adopta motores gasolina y diésel con sistema de inyección directa, que cubren un abanico de potencia inusualmente amplio: de 105 a 260 CV.
El apartado gasóleo da a elegir tres ejecuciones TDI: 1.9 con 105 CV, 2.0 de 140 y 2.0 Common Rail con 170. La primera posibilidad motriz se antoja insuficiente a la hora mover el coche cargado y la superior arranca con un precio considerable. Así pues, aunque todavía emplea el sistema de bomba-inyector y no el moderno de conducto común ya implantado en los VW, la intermedia parece la más equilibrada y sensata de las opciones debido a su armonía entre costes y rendimiento.
El capítulo gasolina plantea un repertorio más dispar. Comienza proponiendo el 1.4 TSI con 125 CV, de respuesta satisfactoria salvo que el volante caiga en manos de alguien demasiado temperamental; en ese caso, la elección normal será la variante 1.8 TSI con 160 CV. Por si ésta también quedase escasa, Skoda sugiere el FSI V6 de 3,6 litros; sus 260 CV garantizan un nivel de prestaciones acorde a las demandas de los más exigentes y su precio precisa los recursos de los más solventes. Incorpora tracción integral y caja de cambios DSG automática secuencial de seis velocidades. Las cuatro ruedas motrices y el automatismo de la transmisión también están disponibles asociados al motor gasolina de 160 CV (DSG de siete marchas) y al diésel de 170.
El Combi viste cuatro definiciones o puestas en escena. La más sencilla oferta un bagaje de dotaciones correcto: siete airbags, control de estabilidad (ESP) con asistente de remolque, climatizador bizona, elevalunas y retrovisores eléctricos, etc. Desde este mes el modelo ofrece el sistema de acceso y arranque sin llave, además de asistente de control en pendiente.
El Skoda Superb Combi abre su tarifa con las versiones 1.4 TSI (125 CV) y 1.9 TDI (105 CV) en acabado Confort, que salen por 23.780 euros. En el extremo contrario figura la variante 3.6 V6 FSI Exclusive DSG 4x4, por la que se piden 39.020 euros. Un TDI 2.0 (140 CV) con filtro de partículas y provisto de acabado medio Ambition cuesta 27.680 euros, 240 más que un gasolina 1.8 TSI de 160 CV equiparable. Es posible encontrar en el mercado berlinas con envase familiar y mecánicas semejantes a precios más asequibles. Sin embargo, cuando la capacidad interior es un factor prioritario, ninguna de ellas puede competir con la oferta de Skoda. Visto desde esa perspectiva del volumen, el Superb Combi es, con toda probabilidad, el turismo familiar con el decímetro cúbico más barato del mercado.