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en la carátula de la primera edición del disco If you can believe your eyes and ears, de The Mama"s and the Papa´s, se veía un inodoro a la derecha del grupo que fue retirado de las tiendas norteamericanas al ser considerado "indecente". En sucesivas ediciones se fue tapando el inodoro con "carteles" anunciando los éxitos que contenía el disco y finalmente se recortó la fotografía de forma que no se apreciara que la banda posaba en un cuarto de baño.

"La censura, con la distancia, se antoja ridícula", dice José Ángel Serrano, director del festival Zentsura At! y organizador de la exposición Discos y libros censurados, que podrá verse hasta el lunes en el Mercado del Ensanche de Bilbao. En ella se exponen discos de pop y rock internacional que debido a sus portadas o contenidos fueron prohibidos, discos de artistas españoles que sufrieron los rigores de la censura franquista y libros censurados en todo el mundo.

Algunos ejemplos sorprenden, como el caso de Harry Potter, una serie de libros tachada en algunos países de "peligrosa" por "enseñar los fundamentos de la magia, la brujería, la hechicería, el espiritismo y el satanismo", o ese volumen de ¿Dónde está Wally? considerado "blasfemo" por contener el dibujo de una mujer en la playa haciendo top-less.

Otros resultan más familiares, como la portada del disco Sticky Fingers diseñada por Andy Warhol para The Rolling Stones y que incluía una bragueta de verdad en su edición original. "La dictadura franquista la censuró y además impidió que se tradujeran los títulos de las canciones Bitch y Sister Morphine", ilustra José Ángel Serrano.

Aunque una de las más controvertidas en la historia del rock la protagonizó Mama Lion con la portada de su trabajo Preserve Wildlife. En ella aparecen Lynn Carey, cantante del grupo y chica Penthouse dando pecho a una cría de león.

"Los gobiernos, la Iglesia y el ejército son las tres instituciones que más han ejercido la censura", afirma Serrano. Uno de los casos más recientes y cercanos es el libro Jesús, aproximación histórica, de José Antonio Pagola. "El retrato que hizo de su figura no gustó nada a la Iglesia y la reedición, que está impresa, no ha salido a las tiendas", explica el director.

La exposición se ha preparado a lo largo de cuatro años, pero desde Producciones Serrano aseguran que su intención es recopilar más material y ampliarla para futuras ediciones del festival. "Lo que ocurre es que la censura siempre termina en autocensura por parte de los autores, y eso es más difícil de reflejar en una muestra", lamenta Serrano. Sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que la prohibición termina beneficiando a los artistas.

La portada del disco Diamond Dogs de David Bowie, realizada por el artista belga Guy Peellaert, mostraba los genitales de un Bowie mitad humano-mitad perro. Las copias de la portada original que se pusieron en circulación fueron muy pocas, así que su precio en el mercado de los coleccionistas de discos ascendió a miles de dólares hasta que en algunas reediciones posteriores se incluyó el diseño original.

el quijote, "impropio" Entre las obras literarias que integran la exposición se encuentra Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, un clásico que en 1640 fue tachado de "impropio" por incluir en el índice la frase "Las obras de caridad realizadas con negligencia carecen de valor".

Otro clásico perseguido fue Julieta o el vicio ampliamente recompensado, del Marqués de Sade, calificado de "infame y sádico", y cuya escritura le costó al autor años de sufrimiento y cárcel. En 1929, en Estados Unidos, L" Oeuvre du Marquis de Sade, a partir de la cual se deriva el término "sadismo", se mantuvo en la lista de las importaciones prohibidas de la aduana, a pesar de que se distribuían clandestinamente ediciones piratas dentro de la barrera.

Los razonamientos que explican la censura resultan en ocasiones tan pintorescos como el que esgrimió el gobernador de la provincia de Hunan, China, en 1931, cuando prohibió la lectura de Alicia en el país de las maravillas: "Los animales no deberían usar el lenguaje humano, y es desastroso poner a los animales y a los seres humanos en el mismo nivel."

Desde otros ámbitos, la obra de Lewis Carrol, menos inocente de lo que pudiera parecer a primera vista, ha sido censurada por "contener improperios, referencias a la masturbación y a fantasías sexuales, por caracterizaciones despectivas de los profesores y de las ceremonias religiosas".

Existen ejemplos más recientes, como El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, que fue retirado de las listas de lectura recomendada en varios centros escolares estadounidenses por "blasfemia, referencia al suicidio, chabacanería, irrespetuosidad y sentimientos anticristianos".

El colmo de la paradoja llega con la prohibición de obras como Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, que se publicó para criticar la censura de libros en Estados Unidos como resultado de la política represiva del senador Joseph McCarthy, al igual que la quema de libros en la Alemania nazi en 1933 y el lanzamiento de las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki.

No parece que exista escapatoria para el trabajo de quienes empuñan el bolígrafo rojo. En las vitrinas del Ensanche destaca la obra literaria Vergüenza, de Taslima Nasrin, publicada por Ediciones B en 1994 y que le ha costado tres fatuas a la autora, acusada de ser enemiga del Islam. Grupos de fundamentalistas islámicos convocaron a una huelga en la que se pedían la prohibición de todas sus obras, y en septiembre de 1993 pusieron precio a su cabeza.

La censura no se circunscribe a un único territorio, y por eso la exposición invita a mantener los ojos muy abiertos.