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La plaza que se convirtió en símbolo

La plaza que se convirtió en símbolo

EL velódromo Antonio Elortza, más conocido como velódromo de Anoeta, ha sido escenario de múltiples campeonatos de atletismo en pista cubierta, ha albergado las míticas seis horas de ciclismo de Euskadi y también ha servido como recinto para instalar los escenarios de una amalgama de músicos: desde el rock acústico de Neil Young hasta el heavy más trepidante de Judas Priest. Pero el euskera -y el sentir de este pueblo- también han tenido cabida en Anoeta, y de forma muy especial. 27 de marzo de 1976. Es una fecha que ha quedado grabada en la memoria de los euskaltzales como el día de las veinticuatro horas en euskera. Cien mil personas se congregaron y disfrutaron de actos culturales de todo tipo, durante 24 horas; todo en euskera. Eran años convulsos.

Diez años más tarde, en 1986, las gradas del velódromo volvieron a vibrar, de manera especial, gracias al euskera. El Campeonato Nacional de Bertsolaris pasó de ser responsabilidad de Euskaltzaindia a ser la Asociación de Bertsolaris la encargada de la organización. Y el bertsolarismo dio un salto cualitativo: la final, hasta entonces celebrada en el frontón Karmelo Balda, ante 3.000 personas a lo sumo, se trasladó al velódromo. Aforo para 9.000 personas. Una barbaridad. El bertsolarismo hasta entonces se vivía de forma mucho más reducida; ¿se llenaría o quedarían la mitad de las butacas vacías? ¿Saldría bien la apuesta? Esos eran los miedos de los organizadores.

Los bertsozales reventaron el velódromo. Fue apoteósico: la mayor plaza jamás vista. De 1982 a 1986 se triplicó la audiencia. Inolvidable. Tras aquella final se celebraron otras cuatro y, en 2005, la final del campeonato se trasladó al BEC de Barakaldo. Que el cambio ha sido a mejor es la opinión generalizada, pero el velódromo está rodeado de un halo casi místico. Su significado se mantiene intacto.

Del velódromo...

Rimas en plato grande

"El tamaño del velódromo abruma", dice sinceramente Sebastián Lizaso, txapeldun de Euskal Herria en la primera final de Anoeta. "La primera final en la que canté se celebró en el Karmelo Balda; pero en el siguiente campeonato, en 1986, al llegar al velódromo, me sentí enano ante esas gradas impresionantes". Laxaro Azkune fue el temista de aquella final: "Antes de empezar el evento, subí al escenario y me entró un temblor que no se me olvidará nunca; ¡aquello era una barbaridad!". Anoeta tiene unas gradas muy verticales y muchísimo más altas que ningún frontón. Fue el edificio en sí lo que más impactó al joven Lizaso, no la cantidad de público: "El público nunca te asusta, el público te arropa y te hace sentir a gusto". Al hilo de esta idea, Maialen Lujanbio, subcampeona tras Andoni Egaña en la última final celebrada en Anoeta, en 2001, no ve diferencia entre cantar ante 5.000 o 15.000 personas: "A partir de una cantidad el público se convierte en una masa uniforme".

Una de las personas que más recuerdos guarda de aquella primera grand finale es Iñaki Murua, vigente presidente de la Asociación de Amigos del Bertsolarismo y, en aquellas fechas, organizador del evento y uno de los ocho bertsolaris a cantar. "Guardo un sentimiento muy especial de aquel día; mucha gente, vecinos, aficionados, ayudaron en la organización y más de uno pasó la noche trabajando". Sabían que era una apuesta excepcional: "Fue como pasar del laboratorio a la vida real". Iñaki Murua repite una y otra vez que el anterior organizador, Euskaltzaindia, había trabajado muy bien en los campeonatos. Sin embargo, querían brindar la oportunidad, a cuanta más gente mejor, "de vivir los bertsos in situ, que es como más se disfrutan".

Sebastián Lizaso recuerda, de manera especial, que en la final que ganó vio a sus padres en el público; "entre tantísima gente les reconocí", rememora. Quizás no sea casualidad que en uno de los momentos más importantes en la vida de un bertsolari, la mirada, inconscientemente, se dirija a los ojos de quienes te han visto crecer, como persona y como improvisador. A pesar del mar de seguidores que hay ante el escenario siempre se encuentran miradas que brillan más que el resto. Lujanbio también reconoce "buscar caras concretas" entre el respetable: "Siempre buscas gente cuya opinión te merece respeto, para ver si tu bertso ha calado o no".

Hay anécdotas que no se olvidan; no es casualidad que Murua y Lizaso recuerden con una sonrisa el que en aquella primera final, a Jon Sarasua, finalista con tan solo 19 años, uno de los encargados de la seguridad le denegara el acceso: "Creía que era un aficionado intentando colarse por la entrada de los bertsolaris", rememora, mientras rie, Lizaso. También han sido cantados bertsos antológicos en Anoeta. Iñaki Murua se acuerda del bertso que entonó Jokin Sorozabal en 1993 sobre el racismo. Laxaro Azkune recuerda el uno contra uno que cantaron Egaña y Lujanbio, campeón y subcampeona de 2001: "Les salió redondo, perfecto". La protagonista de esa tanda no lo olvida: "Esos bertsos me traen unos muy gratos recuerdos: cantar con Andoni, la reacción que tuvo la gente y cómo aplaudieron... Fue fascinante". Azkune va más allá: "Egaña llegó a esa tanda con más puntos que nadie, pero Lujanbio, en ese ejercicio, casi supera al campeón. El mejor Egaña casi superado por una majestuosa Lujanbio. Fue muy grande".

...al BEC

El "campionnat" del porvenir

En 2005, el evento más grande del bertsolarismo se trasladó al BEC de Barakaldo, con más capacidad. Once mil personas llenaron el recinto y este año 2009 serán casi 15.000 y muchas se han quedado sin entrada. "Pero el cambio no lo hicimos sólo por la cantidad de público", puntualiza Murua. "Queríamos expandir el bertsolarismo y la cultura euskaldun a nuevos lugares. Es verdad que en Gipuzkoa también hay zonas en las que hay trabajo por hacer, pero Ezkerraldea históricamente tiene mucho significado".

Con este tipo de decisiones pueden surgir rencillas entre lurraldes: que si antes se hacía en Gipuzkoa y ahora en Bizkaia, que si se ha relegado Anoeta... Pero no ha sido así: "Hoy en día tenemos mucha movilidad y a quien realmente disfruta de los bertsos no le importa moverse, teniendo en cuenta que Euskal Herria es bastante pequeño", dice Azkune, guipuzcoano, que ahora viaja como aficionado habiendo dejado de lado todas las labores de colaborador. Lujanbio recuerda que "Bizkaia es un lugar muy natural para los bertsolaris de cualquier territorio, porque ahí es donde más plazas se organizan". Ella también es guipuzcoana, de Hernani, y cree que "no se ha perdido nada al pasar la final al BEC; de hecho, se ha ganado muchísimo. Esto es una evolución, el bertsolarismo sigue creciendo más fortalecido que nunca y el BEC es otra etapa en el camino".

Para el presidente de la Asociación de Amigos del Bertsolarismo, "lo importante no es el día de la final, sino los cuatro años posteriores. La final de 2005 provocó que surgieran muchas bertso eskolas y eventos alrededor del bertsolarismo en los pueblos de alrededor. Y ese es el objetivo. Es un trabajo conjunto: la final deja una tierra propicia para sembrar y, luego, las asociaciones locales, trabajan sobre esa tierra. El resultado de estos cuatro años ha sido muy bueno y ahora lo bonito sería exportar estos resultados al resto de expresiones culturales como la música, el teatro... Debemos alimentar esta red cultural: la piedra que echamos en el lago de Barakaldo debe provocar unas ondulaciones que lleguen hasta Zuberoa".

En el campeonato anterior se le dio un respiro al velódromo de Anoeta y no se celebró ninguna actuación. La última semifinal sí que se organizó en Donostia pero se eligió el frontón Atano III como recinto, creyendo que sería suficiente. Craso error, cantidad de aficionados se quedaron fuera. Y es que Donostia no es cualquier lugar y la última semifinal siempre tiene un sabor especial. Vuelve el velódromo, sus paredes vibrarán una vez más. Anoeta, una semi con sabor a final.