Crónica de una manipulación
Quisieron poner un bozal a la patria y tapar los sentimientos pero la verdad ha terminado por florecer. La ikurriña del telar de Antzuola, ocultada por una bandera española, ve por fin la luz.
Casi setenta años ha tardado Antzuola en recobrar la memoria histórica de su ikurriña trucada y en restaurar la dignidad de una pieza artística simbólica. Después de que toda una generación se haya visto privada de esta particular obra, ayer EAJ-PNV de Antzuola inauguró una exposición en la que exhibe el histórico telón anterior a la guerra del 36, que durante varias décadas mantuvo camuflada su ikurriña con una bandera española.
Nadie pudo protegerlo, nadie fue capaz de detener a los vándalos y nadie supo de su paradero. De la noche a la mañana, el telar del salón de actos del batzoki, pintado por el artista bergarés Simón de Arrieta, perdió su esencia. El bastidor que estaba decorado con una pareja de dantzaris que portaban una ikurriña, fue manipulado por los carlistas de Antzuola sobreimpresionando la bandera española sobre la ikurriña y cambiando el color negro de la txapela del dantzari por el rojo. El simbólico telón de fondo -de más de dos metros de ancho por uno y medio de alto- que decoraba las representaciones sociales y culturales que tenían lugar en la sede nacionalista antes de la guerra del 36, abandonaba así su significado.
Sin prácticamente documentación sobre el artista local Simón de Arrieta, que pintó el telar durante la República con la ikurriña como símbolo del sentimiento vasco, Iñigo Ramirez de Ocariz, profesor de la Universidad de Mondragón, relata lo sucedido: "Una vez de que los nacionales entraron en Antzuola en setiembre de 1936, invadieron al ba-tzoki, desmantelaron todo el material y empezaron a repintar el telar, enmascarando la ikurriña y poniendo sobre ella la bandera española". No se trató de un trabajo chapucero; fue una labor premeditada y bien hecha, realizada por alguna persona ducha en este tipo de trucajes. "Había que acercarse mucho para descubrir que estaba trucada y debajo había otra bandera", se apresura a decir Ramirez de Ocariz. "Confiscaron bienes, encarcelaron a vecinos... y eso que la represión fue menos fuerte que en otras poblaciones porque un hijo del pueblo, Jose Telleria, comandaba las fuerzas nacionales. Eso amortiguó la represión y evitó una purga mayor", rememora.
"Una vez que entran los nacionales, en el mismo batzoki se formó una Junta del Movimiento y a partir de ahí perdemos la pista del telón", expone Ramirez de Ocariz. Sin embargo, una vez que el local deja de ejercer esa función, el telar fue enrollado y pasó a un sótano cercano donde permaneció almacenado varias décadas. Unas obras de rehabilitación en el inmueble hace cerca de 20 años lo sacaron a la luz y es, en ese momento cuando se supo que el telar era, en origen, propiedad del batzoki.
De nuevo, el bastidor permaneció en la sombra durante otro buen puñado de años y la pieza se conservó tal cual la habían dejado los fascistas hasta que en marzo de 2005, el PNV de Antzuola la donó al Museo del Nacionalismo de Sabino Arana Fundazioa que ha llevado a cabo la restauración. Esta donación ha permitido, con la colaboración de la Diputación de Gipuzkoa y artistas de Arteleku, el centro foral dedicado a la creación artística, la recuperación de la ikurriña y de los colores originales.
Desde ayer y hasta el próximo lunes, el telar puede contemplarse en Olaran Etxea. La exposición de esta pieza histórica se enmarca entre los actos para celebrar el centenario de la creación de la junta municipal de Antzuola.
Pero la historia de Antzuola es la historia de una ikurriña porque el mismo día que EAJ-PNV donaba el telar, entregaba también otras dos enseñas históricas procedentes de 1932. Concretamente, la ikurriña que se confeccionó con motivo de la constitución del partido jeltzale en el municipio y otra perteneciente a Emakume Abertzale Batza. Una vez iniciada la guerra, las dos ikurriñas fueron sacadas del pueblo, y tras superar muchas vicisitudes por Bermeo, Bilbao, Santander, etc. llegaron a Villa Izarra (Baiona), sede del EBB en el exilio, donde fueron conservadas por Ander Barrutia, quien al comienzo de la democracia las devolvió a sus orígenes.