bilbao. Todos llevamos dentro un sueño incumplido y el de Nestor Basterretxea era el que se le reconociese por su trabajo en la cripta de Arantzazu. Ayer ese sueño se cumplió. Fue durante la presentación de la remodelación del espacio religioso cuando se le rindió el tributo que se le tenía que haber otorgado hace 25 años. "Es uno de los días más importante de mi vida. Ha sido un embarazo largo, pero el parto ha salido bien y ha sido hermoso", confesó el genial artista bermeotarra, que a sus 85 años sigue trabajando frenéticamente.
De esta manera, se pone fin a años de desavenencias del artista con los franciscanos de Arantzazu, a los que acusó de borrar los murales de la cripta que había empezado a pintar en 1952. El pasado mes de abril por fin firmó la paz con ellos. "No quiero insistir sobre el atropello que en Arantzazu se cometió conmigo", confesaba Basterretxea recientemente en una entrevista en su caserío de Idurmendieta, en Hondarribia, "la casa que le busqué a Jorge Oteiza para que se quedara en Gipuzkoa y prefirió irse a Pamplona. Al final me la quedé yo".
Fue precisamente con Oteiza, con el que compartió una gran amistad, con el que comenzó su aventura en la cripta de Arantzazu en Oñati. Se conocieron en Buenos Aires, donde Basterretxea trabajaba como empleado de dibujante de publicidad de Nestlé. Pero "eso de entrar a las ocho de la mañana y empezar a funcionar no era lo mío. Al cuarto año consiguieron echarme a la calle. Un día la empresa me invitó a comer en un conocido restaurante de la calle Corrientes de Buenos Aires con el resto de mis compañeros. Al postre me despidieron. Comencé a tener tiempo libre y empecé a pintar".
Oteiza ya estaba trabajando en Arantzazu y le animó a que se presentara al concurso que se había convocado para pintar el interior de la basílica. Se presentó y ganó.
Y en 1955, tras tres años de trabajo, cuando ya había elaborado once murales, el artista se encontró una mañana con quien alguien había borrado con agua y jabón sus dibujos por considerarlos inadecuados. Basterretxea siempre acusó a los franciscanos de esta acción.
"Pero no quería morirme sin pintar Arantzazu y en los años ochenta me ofrecí a la Diputación de Gipuzkoa para volverlos a pintar sin cobrar un solo duro. Habían pasado 27 años, pero los que hice encima son muchos mejores. El otro día hasta les di las gracias", confesaba el artista en una entrevista realizada en el salón de su caserío.
emocionado Ayer, durante el acto de recuperación de la cripta, celebrado en el marco del I Arantzazu Eguna, a Nestor Basterretxea se le notaba emocionado, sorprendido de cómo habían quedado sus obras en el santuario. Atrás quedaron los reproches, los enfados, las polémicas... El acto, tras el que se celebró una misa, discurrió en un ambiente festivo con la participación de bertsolaris y trikitilaris. También participaron la consejera de Cultura, Blanca Urgell, la diputada guipuzcoana de Cultura, María Jesús Aranburu, la alcaldesa de Oñati, Lourdes Idoiaga, y el miembro de Arantzazuko Adiskideak y fraile franciscano Joxe María Agirre. Urgell recordó que "Aranzatzu ha sido durante muchos años el símbolo de la contemporaneidad y la representación material de la voluntad de los vascos de estar en la primera línea del mundo".
Veinticinco años después de su inauguración, la cripta ha sido renovada. Las luces han conseguido envolver las pinturas de Basterretxea con más suavidad, creando una imagen diferente.
La obra vanguardista del artista deja entrever 18 sorprendentes murales llenos de color y expresividad, un recorrido desde la mitología al cristianismo. Basterretxea defendió sus murales como "una obra equilibrada, en la que sin renunciar a la abstracción también he cedido a cierta figuración, como demuestra el exigente Cristo que preside la cripta".