a veces, la presentación pública de un disco puede ofrecer muchas claves sobre sus autores. Como la última de Gose, que ofreció su tercer disco en una sociedad gastronómica bilbaina denominada Los incomprendidos... y lo hizo un lunes de puente, cuando los medios funcionan a medio gas. Pues eso, que el trío de Arrasate sigue a lo suyo, a su aire, fiel a su mezcla rebelde de electrónica, rock y folk euskaldun a través de la triki, colorista y omnipresente, y a sus textos rompedores donde lo individual (el sexo) entronca con lo social y lo político. Los japos disfrutan de ellos esta semana con su gira. "No le tenemos miedo al placer", asegura el trío.

Gose llama la atención, es un grupo atípico. Pero cae bien, especialmente por la activa y simpática Inés Osinaga, responsable de la voz y triki del grupo, en su día en la formación rockera Ekon. En su último paso reciente por el Festival Folk de Getxo hizo que un público adulto y desconocedor de su propuesta acabara rendido a sus pies. El otro par de patas de la banda, creada en Arrasate en 2004, responde al nombre de Iñaki Bengoa (responsable de las secuencias, programaciones y ritmos electrónicos, también en los iconoclastas Bad F-Line) y Osoron (guitarra y bajista, proveniente de Des-Kontrol y Gatillazo).

Los de Arrasate, que tienen en su haber su participación en la banda sonora de la película Eutsi y haber sido teloneros de Carlinhos Brown en varios conciertos en el Estado, siguen a lo suyo en su tercer disco, que, como el resto, no lleva título. Únicamente un tres con números romanos en su lomo. A partir de ahora, como a sus hermanos mayores, les identificará un color y una portada, en este caso roja, en la que se ven dos tenedores y una cuchara. "No es una cuestión de estilismo o para recordarlo con más facilidad. Lo hacemos porque es práctico y, sobre todo, porque nos da la gana. No es una costumbre, es un mal hábito", aseguran.

Tras Gose, el disco negro, editado por Oihuka en 2005, y Gose II, el blanco, de 2009, en Baga Biga, ahora llega el tercer peldaño -"rojo por lo que tú quieras, por deseo, por peligro, por un montón de cosas..."-, con La Chiquilla, un sello propio. Y es que hay cosas que no cambian, como su deseo de ir a su aire. En lo artístico y lo personal. Musicalmente, lo suyo no presenta demasiadas novedades. Sigue vivo su afán experimentador y rupturista desde el inicio, con 2004-XII-09, donde se oye una guitarra rockabilly, una triki de aires zíngaros y, al final, un desenfreno rítmico que nos recuerda al Manu Chao más espídico.

La triki ofrece el color, es el condimento, la especia del plato de Gose. Da igual si juega a inventarse un vals más o menos tradicional, como en Dyane 6, rescatar los aires folk de las plazas y romerías vascas, caso de Atzeskua, o sumarse al eclecticismo del resto del repertorio, donde la guitarra aporta electricidad rockera en cortes como Gero arte, y punk a lo The Clash en el arranque de Portaloian, y las percusiones electrónicas y los ritmos sintéticos juegan con la electrónica dura en cortes como Rimmel. Y, como colofón, la voz dulce de Inés, que se luce en melodías y estribillos cercanos al pop.

Y si esa mezcla de folk, world music, algo de rap, pasodoble, rock y electrónica demuestra la rebeldía del trío, algo similar sucede con sus letras. Ahí tampoco hay demasiada tregua. En ellas dicen que se aburren con Mozart, a la vez que citan al grupo de punk vasco de los 80 RIP. Otro guiño más en una lírica donde la memoria, el llamamiento a no olvidar y no rendirse, la violencia, la tortura, la identidad y el sexo copan las canciones. "Oveja de todos, comida de lobos/denon ardia, otsoak jan", cantan. Y también "goitik behera erantzi nazazu eta goazen ohera/desnúdame entera y vamos a la cama". "En Gose no tenemos remedio. El placer, en cualquier postura y en cualquier lugar. No le tenemos miedo al placer", explican.