Abogada, esposa, madre, primera dama, senadora, aspirante a candidata presidencial, jefa de la diplomacia estadounidense y, en unos meses, también abuela. Hillary Clinton recibió la semana pasada el que ya considera su "título más emocionante" hasta la fecha: su única hija espera un bebé. Chelsea Clinton, que pasó su adolescencia en la Casa Blanca, anunció el jueves en un acto de la Fundación familiar y sentada junto a su madre una noticia que sus padres llevaban años esperando oír: por fin van a ser abuelos. "Hillary quiere ser abuela más de lo que quería ser presidenta", confesó el expresidente en 2010, cuando Chelsea se casó con el inversor Marc Mezvinsky. Desde entonces, tanto Bill como Hillary han aprovechado la menor ocasión para recordar a su hija y, de paso, a toda la nación, sus enormes deseos por tener nietos. El embarazo fue recibido con entusiasmo por la prensa, que escudriña la vida de la que para muchos podría ser en 2016 la primera mujer presidenta de EE.UU. Hillary sigue deshojando la margarita y se ha dado todo el año para anunciar si vuelve a presentarse a las primarias demócratas. Una noticia como el embarazo de su única hija hace que los analistas se afanen en dirimir si la llegada de un pequeño Clinton le beneficiaría o no como aspirante.
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