san francisco. Nik Wallenda es un hombre temeroso de Dios. Y quizá uno deba serlo si se propone cruzar un abismo caminando sobre un delgado cable de acero, sin seguridad alguna. "Gracias, Jesús", "Dios, calma este cable" o "Aleluya" eran algunas de las oraciones que el equilibrista exclamaba una y otra vez en la tarde del domingo, mientras colocaba un pie delante del otro a 457 metros de altura sobre el río Little Colorado. Ante sus ojos, una distancia de 426,7 metros lo separaba de la otra orilla de la garganta. El funambulista, de 34 años, escogió para su octavo récord un escenario espectacular de verticales paredes rojizas. En realidad, no era el Gran Cañón, como publicitaban los promotores de televisión: la garganta que visitan millones de turistas en el Parque nacional del Gran Cañón mide varios kilómetros de ancho. Además, las autoridades jamás dieron luz verde para realizar allí el arriesgado ejercicio. Wallenda batió su récord cruzando una garganta lateral en la reserva de Navajo, en el Estado de Arizona.

El canal Discovery emitió el espectáculo en directo en 178 países. La cuenta atrás: comprobar la tracción del cable, pronunciar una oración con la familia... Wallenda tiene tres hijos y su mujer también es funambulista. Después, el hombre avanza hacia el cable. Sobre sus hombros reposa una barra de equilibrios de ocho metros de largo y unos 18 kilos de peso. Calzado con unos zapatos a medida de delgadísima suela de piel de alce, cosidos "con mucho amor" por su madre, que también es acróbata. Adosadas a su cuerpo lleva cámaras que van retransmitiendo imágenes vertiginosas a vista de pájaro. "El viento es peor de lo que pensaba", comenta. Y añade: "Te quiero Jesús". Está tenso, pero avanza con paso seguro. Durante 23 minutos, mantiene a los espectadores con la piel de gallina. En dos ocasiones se arrodilla, el cable vibra considerablemente. Respira profundo. Su objetivo es frenar la fuerte vibración con el cambio de tempo. En la segunda parada, piensa en su bisabuelo, contó después. Karl Wallenda, un artista de circo nacido en Alemania que en 1978, a los 73 años, murió al caerse de un cable en Puerto Rico. En su honor, Nik continuó la tradición familiar. Pasados 22 minutos, la meta está ya al alcance de la mano. Wallenda levanta el puño, triunfal, y lanza un beso con la mano al viento.