París. El diseñador británico John Galliano, procesado por injurias racistas y antisemitas, se retrató ayer ante el Tribunal Correccional de París como un adicto rehabilitado que no recuerda los insultos que se le reprochan porque estaba embotado por una mezcla de alcohol y pastillas. "Aún no me he recuperado del todo, pero estoy mucho mejor", confesó en inglés el modisto, fulminantemente despedido de la casa de moda Christian Dior el pasado invierno, tras ser denunciado por proferir dicho tipo de insultos a los clientes de un bar del parisino barrio del Marais. El enfant terrible del universo de la moda, que llegó escoltado por un guardaespaldas, explica que el Galliano borracho racista es "un cascarón vacío" en el que no se reconoce a sí mismo.
El modisto se enfrenta a una pena máxima de hasta seis meses de cárcel y a una multa de 22.500 euros. Los letrados de la acusación aseguraron que sería una condena "irrisoria" para el acaudalado estilista, que difícilmente irá a la cárcel porque no tiene antecedentes. Por lo tanto, la mayor condena no es material, sino mediática, como lo demuestra que Dior y la firma que lleva su propio nombre hayan prescindido de su talento, señaló el letrado Yves Beddouk, que representa a la mujer que acusa al modista de haberla llamado "jodida zorra fea judía", entre otros agravios. Los hechos se desarrollaron el 24 de febrero, cuando cargado de champán, mojitos y pastillas, Galliano protagonizó un altercado con dos clientes del bar La Perle, a los que insultó por asiáticos y judíos, aunque ninguno de los dos era semita. A renglón seguido apareció la querella de otro cliente que denunció la misma actitud del gibraltareño, pero cuatro meses antes. Inmediatamente después se difundió un demoledor vídeo que la magistrada Anne-Marie Sauteraud ordenó visionar ayer y en el que Galliano, en diciembre de 2010 y visiblemente ebrio, espetaba: "I love Hitler".
El creador no negó los hechos y se limitó a repetir que no se acuerda de casi nada porque tenía 1,01 miligramos de alcohol por litro de aire aspirado. Pero además había consumido barbitúricos y somníferos, una "triple adicción" que le llevó a pasar dos meses en una clínica de desintoxicación en Arizona y en otra en Suiza.