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La costilla de Michelle Obama

Los medios conservadores la acusan de no seguir sus sugerencias sobre nutrición

La costilla de Michelle ObamaFoto: deia

Washington

SALVO por la connotación bíblica, pocas veces una costilla ha dado tanto de que hablar. Sin embargo, en EE.UU., una parte de la atención mediática de estos días ha estado centrada en una costilla, en concreto la que se cenó la primera dama el pasado sábado. Acompañada de sus hijas, Michelle Obama aprovechó el fin de semana para esquiar en Vail, Colorado. El sábado, acudió a un famoso restaurante donde, según el Vail Daily, pidió una "ensalada de calabaza en escabeche con rúcula y una costilla estofada con setas y col salteada". ¡Alto ahí! ¿Costilla? No tuvo que pasar mucho tiempo para que algunos de los comentaristas más conservadores del país afilaran sus cuchillos para atacar a la esposa del presidente por pedir uno de los platos más populares de EE.UU. pero uno de los más calóricos.

"El problema es que no parece que Michelle Obama siga sus propias recomendaciones nutricionales", criticó el comentarista de radio Rush Limbaugh. "De pronto nos enteramos de que ha estado comiendo costillas que tienen 1.500 calorías por ración y 141 gramos de grasa". No importa que el chef del restaurante precisara que el plato no tenía más de 600 calorías y sin la mayor parte de la grasa de la pieza de carne, todo en medio de unas vacaciones de esquí, un deporte, recordó, en el que se gastan hasta 6.000 calorías por día. "Nuestra primera dama no proyecta precisamente la imagen de las mujeres que aparecerían en la portada de la edición de bañadores de Sports Illustrated", insistió Limbaugh.

No es el primer ataque que sufre Michelle Obama por la comida. American Spectator la calificó despectivamente como La Niñera de la comida número uno de América. También Fox News ha utilizado en alguna ocasión el término FoodNanny. El trasfondo de las críticas va más allá de que le guste comer de vez en cuando una costilla, una barbacoa o unas patatas fritas. Alarmada por los índices de obesidad infantil, la primera dama creó nada más llegar a la Casa Blanca un huerto en los terrenos de la mansión presidencial al que invita regularmente a grupos de niños para que recojan los vegetales cultivados. Y el año pasado lanzó el programa Let"s Move, que pretende lograr "unos niños más sanos en una generación" mediante la promoción de dietas más sanas, equilibradas y, también, raciones más pequeñas. Los sectores más conservadores consideran esto una inaceptable injerencia del Gobierno en la sacrosanta libertad individual.