AL príncipe Laurent de Bélgica, el tercer hijo del rey Alberto II y la reina Paola, le gustan la velocidad y los coches, especialmente los Ferraris. El pasado lunes, cuando circulaba con su Fiat Punto Abarth a 82 kilómetros por hora por una vía del centro de Bruselas -donde la velocidad está limitada a 50-, fue cazado in fraganti por la Policía. Pese a su condición real los agentes notificaron la violación del código de la circulación a las autoridades judiciales y estas no lo dudaron: al no ser el primer delito de estas características el resultado es dos semanas de retirada del permiso de conducir.
Laurent, de 47 años y duodécimo en la línea de sucesión al trono, es algo así como el enfant terrible de la monarquía belga y de los tres hijos del rey es el que más problemas ha tenido con la Policía y la Justicia. En 1999, le pillaron circulando por Bruselas a 146 kilómetros por hora en un lugar donde el límite máximo era de 50 y un año más tarde en la ciudad flamenca de Brujas a una velocidad de 137 kilómetros por hora donde regía un límite de 70. Sus rifirrafes con las patrullas de carretera cruzan además fronteras porque hasta la Policía de Washington lo detuvo en una ocasión por correr más de la cuenta. Esta vez, sin embargo, la broma le ha salido cara porque estará dos semanas sin tocar el volante de su pequeño pero potente utilitario. Un coche que lleva encerrados nada menos que 163 caballos y que pasa de 0 a 100 kilómetros por hora en 7,9 segundos.
El pequeño de la familia Saxo-Coburgo no es el único que ha tenido disgustos por circular demasiado rápido. Las autoridades judiciales ya le retiraron a su padre el permiso en 1993, poco después de ser proclamado rey, tras circular a una velocidad excesiva en moto en la región de Charleroi. También el heredero Philippe fue cazado por la policía cuando viajaba a 140 kilómetros por hora en un lugar donde se podía hacerlo solo a 90.
Pero más allá de sus encontronazos con la Policía de carreteras, Laurent se ha tenido que enfrentar en los últimos años incluso a acusaciones de corrupción. En 2007 tuvo que pasar por los juzgados a declarar en un caso de desviación de fondos que le salpicó directamente tras reformar su villa de Bruselas con 185.000 euros procedentes de la Armada. El príncipe, que en la actualidad, es comandante de la Marina Belga, consiguió salir airoso entonces aduciendo que de las obras y de pagarlas se encargaba su antiguo ayudante, pero su imagen se ha visto maltrecha en los últimos años por otros oscuros casos ligados a sus derroche y su falta de oficio ni beneficio.
Laurent, bautizado por los medios como el príncipe Wolf, por su amor hacia los perros contrajo matrimonio con Claire Coombs -hija del presidente de la firma británica Nico- en 2003 y es padre de tres niños: Luisa y los gemelos Nicolás y Americ.