"Cuando canto, silencio mis demonios"
LONDRES. Hace dos años el nombre de Susan Boyle apenas era conocido en su pueblo escocés de origen. Después fue descubierta en un show de talentos de la televisión y de la noche a la mañana se convirtió en una estrella. En su biografía (La mujer que nací para ser) habla acerca del arduo camino que recorrió hasta lo más alto.
La historia es casi demasiado buena como para ser verdad: durante medio siglo Susan Boyle vivió una vida normal en su pueblo en Escocia. Y eso que hablar de normal es casi un eufemismo. Padecía problemas de aprendizaje, era objeto de burlas en el colegio. Su salud era frágil a raíz de una lesión cerebral que sufrió cuando nació. Con casi 50 años nunca había besado a un hombre y vivía con su adorado gato Pebbles. Pero entonces todo cambió. Boyle participó en el casting de Britain"s got Talent (el equivalente a Operación Triunfo), sorprendió al mundo con su voz y en poco tiempo se convirtió en una superestrella. Es difícil decir hasta qué punto esta historia ha sido orquestada eficazmente por los medios. Lo que sí está claro es que el relato de cenicienta que encarna conmueve a millones de personas en todo el mundo.
Si tal como asegura sólo escribe la verdad, esta mujer que no encaja en absoluto con los cánones modernos de belleza, tuvo un destino sorprendente. Ya incluso antes de la aparición de su libro los fans celebraron los fragmentos publicados en internet. Cientos de ellos querían conseguir la firma de un ejemplar en una gran librería londinense donde normalmente sólo aparecen los más grandes literatos. "Quería demostrarles a las personas que merece la pena tener un sueño", anunció Boyle. Muchas personas que se sienten discriminadas se identifican con la historia de la pequeña mujer que puso en evidencia al mundo del espectáculo de los jóvenes y bellos con su transparente voz que la ha catapultado al estrellato. Ella es la sucesora de Paul Potts, el tenor que en el mismo programa ascendió de vendedor de teléfonos móviles a estrella.
"Me llamo Susan Boyle", arranca el libro con humildad. "Hasta hace año y medio con toda probabilidad no habrán oído hablar de mí, a no ser que procedan del pueblo de Blackburn en el oeste de Lothian, en el que pasé toda mi vida". Continúa una descripción detallada de los acontecimientos y sentimientos del día en el que Boyle partió hacia el casting que cambiaría su vida. Con bastante aplomo salió una mañana de enero. Amigos y familiares le advirtieron de que con su vestido barato y su peinado descuidado nunca sería tomada en serio.
De su época infantil, Boyle recuerda que hubo varios abusos por parte de sus compañeros, pero hubo un episodio que la dejó marcada. "Cuando se han burlado de ti, te han dicho que te calles, que dejes de ser idiota, hay un ruido constantemente sonando en tu cabeza", explica. La cantante revela que el peor episodio de bullying fue una tarde que un grupo de niños empezó a seguirla y la tiraron al suelo sobre unas ortigas, para después apagarle un cigarrillo en la ropa. "Lo único para lo que yo servía era para apagar un cigarrillo. No era de utilidad para nadie", reconoce. Pero Susan encontró un remedio eficaz para su malestar: la música. "Cuando cantaba todo era paz. Me daba una nueva identidad. Cantar acallaba a los acosadores, pero mejor aún, silenciaba mis demonios internos", afirma. El programa en el que finalmente quedó segunda le forjó un éxito internacional y le permitió vender millones de álbumes, aunque también trajo consigo una crisis nerviosa y problemas psicológicos. Ahora vuelve a sentirse bien.
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