HILDESHEIM (ALEMANIA). La princesaCarolina de Mónaco cumplióayer su promesa y defendió, a solasy ante la Justicia, la honorabilidadde su marido Ernesto Augusto deHannover, frente a las acusacionesde que agredió brutalmente yborracho al propietario de una discotecaen Kenia, molesto por lamúsica. “Le dio dos bofetones, conla mano plana. Y le dijo: una por lamúsica, la otra por las luces”, declaróla princesa ante la Audiencia dela localidad alemana de Hildesheim,derrumbando de paso los rumoresde que cancelaría su visita trasel revuelo por las fotos de su esposobesándose con su amante en unaplaya tailandesa.
Con el rostro grave, pero serena,sin dejar que se le aproximaran losmedios ni que se la fotografiara enla sala como testigo, la princesarelató, en inglés, tras alguna frasede saludo en alemán, lo ocurrido enlo que para ella y su esposo fue unincidente menor, aunque la presuntavíctima lo relate como una paliza en toda regla. Los hechos seremontan a diez años atrás, en enerode 2000, cuando la pareja llevabaun año de casada, en la idílica islade Lamu. Por los hechos se condenóal príncipe en 2004 al pago de445.000 euros, al declarársele culpablede lesiones físicas e insultos.Las imágenes de su presunta víctima,Josef Brunlehner, ensangrentadoen una clínica de Mombasa,dieron la vuelta al mundo, aunquela pareja afirme que se trató de unapura escenificación.
DESPLIEGUE La comparecencia de laprincesa en el juicio, abierto traspedir el príncipe la revisión delcaso, se perfilaba de por sí mediática.Los rumores de inminentedivorcio de Carolina y su tercermarido desembocaron en un grandespliegue de cámaras. La princesahabía impuesto como condiciónun cordón de distancia con losmedios de tres metros, en laAudiencia,y de veinte en el exterior delrecinto. Las decenas de fotógrafos y cámaras de televisión concentradosen la sala fueron desalojadosminutos antes de que accediera a suinterior.
Hildesheim, una ciudad de provinciasa 30 kilómetros de Hannover-la capital de Baja Sajonia, cunade la Casa de los Güelfos a la queErnesto Augusto debe el título-, yde 103.000 habitantes amaneció ayera diez grados bajo cero, bajo unaespesa capa de nieve, como el restodel país.Ni el provincianismo de lacita ni el frío amedrentaron a laprincesa, acostumbrada a las citacionesen tribunales -en general,para defender su esfera privada delos paparazzi- y también a capearsituaciones familiares no siemprefelices.
Se dice que su matrimonio conErnesto Augusto está al borde deldivorcio. Sería su tercer adiós a unesposo, después del final abrupto desu primera experiencia conyugalcon el playboy Philippe Junot -dosaños después de la boda-, y de lamuerte de su segundo marido, StéfanoCasiraghi, en accidente motonáutico.A Carolina y ErnestoAugusto no se les ve juntos desdejunio, cuando asistieron a un torneode equitación enMónaco.Ayertampoco se dio la oportunidad,puesto que el príncipe no estuvo enla vista.