Como dice Juan Eustaquio Delmas, impresor (en el incendio de su imprenta, propiedad ya de su viuda, falleció el bombero Etxaniz junto con otros tres compañeros, el 7 de junio de 1867...), gran amigo y biógrafo del protagonista de esta historia: “Así es el mundo. Pancho Bringas no ha tenido un mísero ángulo de las cien calles, bautizadas ya, de la novísima Bilbao, donde fuese colocada una lápida que recordase el suyo. En cambio, ¿cuántos hombres se graban y se grabarán en ellas que no lo merezcan tanto?...”.

Empieza bien este relato si se juzga que el artista Francisco de Paula Bringas y Bringas nació el 1 de junio de 1827 para dos de sus biógrafos, Emiliano de Arriaga y Juan de la Encina; pero para el que fuera su apadrinador y amigo incondicional de él y su familia, Juan Eustaquio Delmas, la fecha de su nacimiento es un día más tarde, el 2 de junio de ese mismo año. Lo que sí parece claro es que Francisco de Paula (Pancho, durante el resto de la crónica...) nació en México. Familiares de su madre fallecieron en el país azteca y tuvieron que ir allí para cobrar una copiosa herencia.

Nació en México DF pero al de un año ya estaba en Bilbao, donde también se le ‘reconoció’ como Pancho Bringas

Acomodados ya en Bilbao a comienzos de 1828 el jefe de familia se dedicó al comercio, en el que invirtió su riqueza. Por esta época la familia de Pancho, como habitualmente comenzaron a llamar al retoño, era una familia adinerada. Es un dato pertinente como veremos más adelante. Las habilidades del pequeño estaban orientadas hacia el dibujo y las artes, así que dejaron su instrucción a cargo del artista vitoriano Pablo Bausac, que estaba establecido en Bilbao, desde después del convenio de Vergara (1839) y que dispuso del joven tan sólo unos meses, porque fue tan sorprendente el avance en la habilidad y soltura de sus dibujos, que se encontraba preparado para recibir una educación superior.

Con este objeto fue matriculado en la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando en 1848. Delmas mantiene que duró en la academia algo más de un año y salió de allí en 1849. El regreso obligado de Pancho Bringas a Bilbao desbarata los planes y las esperanzas que comenzaban a dibujarse al contacto con la Real Academia del joven. Se debió a la crisis financiera que padecía su padre; la cuantiosa fortuna que poseía se vino a menos; esta ruina, según Delmas, vino causada “por algunos malos negocios que emprendió durante la Guerra Civil, y más particularmente por otros que había dejado pendientes en México”. A la familia Bringas, con otros cinco hijos además del que nos ocupa reclamando su inminente educación, les fue de imperativa necesidad la ayuda económica de Pancho, por lo que tuvo que abandonar sus estudios y volver en penosas circunstancias a Bilbao.

Estaba llamado a ser uno de los grandes pero la ruina de su padre y una enfermedad letal sólo le dieron 28 años de plazo

En 1850 cooperó en los arreglos de un local contiguo a la pastelería del Café Suizo –situado en la popular calle Correo–, la decoración interior de este local. El propio Delmas le encargó 12 litografías sobre las corridas de agosto de ese mismo año. En 1851 el Marqués del Duero se llevó toda la producción de acuarelas que había en el estudio del artista y fueron muy elogiadas por la comunidad artística. Ese mismo año se le diagnosticó la enfermedad que habría de matarle.

En 1854 fallece su padre y la familia pierde su capacidad de ingresos, que ya se vieron diezmados con la enfermedad de Pancho, así que para subsistir hubieron de hacer uso de la caridad de amigos antiguos que gozaban de mejor posición y de las cuatro o cinco raciones de pan que diariamente les suministraba la Santa Casa de Misericordia. Ayudado por algunos amigos emprendió un viaje al balneario francés de Eaux-Bonnes. En octubre de 1855 volvía a Bilbao y ese mismo mes moría en brazos de Delmas. Su viejo amigo.