Qué mundo tan distinto al actual era el de entonces. Les contaré, por ejemplo, cómo comienza la historia que hoy vengo a contarles. El colegio de San Andrés fue la primera fundación de los jesuitas en la villa, realizada por la voluntad del bilbaino Domingo de Gorgolla, mayordomo del Cardenal de Toledo. En 1600, muere en Alcalá de Henares, dejando un legado de 1.500 ducados de oro, destinado a la construcción del Colegio de Jesuitas en Bilbao. Bien es cierto que hubo un intento anterior en 1552, de establecimiento de un colegio, mediante la persona de Francisco de Borja a petición de la nobleza de la ciudad, pero chocaron con la negativa del Cabildo. El 15 de noviembre de 1604, se celebró la correspondiente toma de posesión de dicho importe. A este legado se añadirá en 1630, el realizado por Antonia de Zamudio Martiartu y Guecho, viuda de Ochoa de Urquiza, contador Mayor y Juez de la Contratación de Sevilla. La construcción de este conjunto se prolonga hasta bien entrado el siglo XVII. De este modo aterrizaba la Compañía de Jesús en Bilbao, si me lo permiten decir así.
Fueron años de ilusión, trabajo y crecimiento hasta que en 1767 por real orden de Carlos III, la Compañía de Jesús fue expulsada de España, teniendo que abandonar la villa de Bilbao y todas sus fundaciones. Por ello actualmente, en el antiguo colegio de San Andrés, perteneciente a la Compañía, se encuentra el Museo Vasco, mientras que la antigua capilla de los estudiantes es la parroquia de los Santos Juanes, donde se pueden advertir numerosos detalles jesuíticos.
En 1880, después de 113 años de ausencia, la Compañía vuelve a la villa de Bilbao, estableciéndose en un humilde piso en la plazuela de Santiago, frente a la Catedral bilbaina, hasta su traslado en 1888 a la nueva Residencia en la calle Ayala. Al mismo tiempo se comienza a edificar la iglesia que ahora visitas, inaugurándose el 8 de septiembre de 1890, festividad de la Natividad de la Virgen María, con una Misa solemne presidida por el Señor Obispo. El templo fue erigido gracias a las numerosas aportaciones de los fieles, todo un testimonio de amor y devoción al Sagrado Corazón de Jesús y de reconocimiento a la encomiable labor de la Compañía en la villa de Bilbao.
La iglesia fue proyectada por José María Basterra y ejecutada siguiendo el estilo neogótico muy del gusto de la época. El diseño de este prolífico arquitecto bilbaino está influenciado por la Sainte Chapelle parisina. Además, se advierte también una influencia arquitectónica de inspiración británica, tanto en la fachada principal como en la fábrica exterior, creando un llamativo contraste con la combinación de ladrillo y piedra blanca. A posteriori se remataron las torres, hoy desprovistas de agujas por riesgo de desmoronamiento, y se aplicó la decoración.
La iglesia hace esquina entre Alameda Urquijo y la calle Canciller de Ayala. En la esquina contraria de Canciller de Ayala se ubica el edificio sede de las Juntas Generales de Bizkaia, un edificio que ocupa lo que antaño fue el hotel Excelsior, nido de espías entre la primera y la segunda guerra mundial. El motivo principal de la presencia militar alemana en Euskadi lo constituyó sin duda alguna el tráfico de wolframio y la necesidad perentoria de que los cargamentos de este mineral siguieran llegando a Alemania. Era el corazón de la II Guerra mundial en Bilbao.
Cruce el lector el umbral del templo y visítelo por dentro. Se trata de un edificio exento de tres naves, siendo la principal de mayores dimensiones. El espacio se divide en seis tramos con igual número de columnas policromadas en una combinación de verdes, granates y dorados, y decoradas con motivos florales y geométricos. Las cubiertas de las naves difieren en su policromía, mientras la bóveda de la nave central es azul celeste, otorgando amplitud al espacio sacro, las bóvedas laterales están coloreadas con un peculiar verde estrellado. En la primera capilla se encuentra el retablo dedicado a San Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas y patrón de Bizkaia. La talla de tamaño natural, se muestra de pie con la cabeza erguida y mirando al horizonte. Sus restos mortales se encuentran en Il Gesù, iglesia madre de la Compañía de Jesús. En la capilla contigua, se halla la efigie del Beato Francisco de Garate. El Hermano Garate, como se le conoce, nació en 1857 en la villa de Azpeitia, al igual que San Ignacio. Fue beatificado por Juan Pablo II el 6 de octubre de 1985.
A continuación, se encuentra la majestuosa talla del Sagrado Corazón de Jesús Crucificado. Esta obra, del escultor Ricardo Iñurria, fue realizada en torno al año 1950 a petición del Padre Andrés Arístegui SJ. Recientemente, en abril de 2024, la talla fue donada por la Institución Benéfica del Sagrado Corazón.
El conjunto se completa con las imágenes de dos insignes santos jesuitas, a la derecha San Francisco Javier, quien formaba parte del grupo de los siete hombres que fundaron la Compañía. Se le conoce como “el gigante de la historia de las misiones”. A la izquierda, se encuentra la talla de San Francisco de Borja portando una calavera entre sus manos. Descendiente de la realeza, Duque de Gandía, gobernador, virrey y consejero del Emperador Carlos V. El fallecimiento de la Emperatriz Isabel de Portugal le impresionó, recordando ese día como el de su conversión. Años después, a la muerte de su esposa, renunció a su inmenso poder, riquezas y privilegios para ingresar en la Compañía de Jesús.