LA fecha pasó a la historia aunque no esté claro que los protagonistas de este relato hubiesen previsto algo así. No en vano, les hablo del 8 de mayo de 1945, día en que terminó la Segunda Guerra Mundial en Europa con la entrada en vigor de la rendición incondicional de Alemania, apenas una semana después del suicidio de Hitler. Sin embargo, esto no significó el final del sufrimiento en el continente para millones de civiles, ni siquiera el final de la guerra, que continuó en Asia hasta agosto y en varios países europeos, donde se combatió hasta casi los años cincuenta. El Día de la Victoria empezó la reconstrucción de un continente devastado por el mayor conflicto de su historia, pero la paz todavía era un objetivo lejano.

Fue ese día, digo. Esa primavera en la que se habilitó el salón azul del hotel Carlton en Bilbao para que iniciase su andadura la Asociación Artística Vizcaina, que fue evolucionando durante los primeros años de la dictadura franquista al abrigo de las tertulias que entonces se organizaban en los cafés parlantes de la Villa, entre los que destacaban el Suizo, el Lion D’Or, la Concordia o el Boulevard, entre otros. El grupo, cargado de inquietudes, nacía de la idea de un grupo de pintores que se reunían en el Café Suizo, encabezados por el acuarelista y periodista Juan Aróstegui y Barbier y al que posteriormente se le unirían una serie de literatos de la Sociedad Poético-Literaria Aralar. Su órgano de expresión fue el Boletín Informativo de Arte y la emisión de Pinceles, una revista radiofónica, hasta el cese de Aróstegui en 1960. Para entonces ya era toda una institución. No en vano, está considerada la primera asociación cultural de Bizkaia con sede en Bilbao y muy rápido se espolvoreó con pintores y pintoras, poetas, rapsodas y un amplio número de amantes del arte. Su actividad se ha centrado, a lo largo de los tres cuartos largos de siglo de vida en la organización de exposiciones, conferencias, recitales, tertulias poéticas y presentaciones de libros, entre otras cuestiones de altura cultural.

Fomentar y difundir el arte y la cultura, ese fue el reto desde aquel primer día señalado. A Juan Aróstegui le acompañaron en ese empeño artistas de la talla de Antonio Urbezo, Bustillo, Juan Bayón “Bay –Sala”, Matía, Saenz, Bengoa, Uribe, Alvarez Ajuria, Quintana, Zubigaray, Santafé Largacha, Arturo Martínez Taubmann y Merino.

La Asociación Artística Vizcaina tuvo como antecedente la Asociación de Artistas Vascos, fundada en 1911, qaue contó con la presencia de Ignacio Zuluaga, Darío de Regoyos, Juan Echevarria, Francisco Iturrino o Aurelio Arteta, entre otros que contaron con el apoyo de Unamuno, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu y en especial, Juan de la Encina. Aquella Asociación de Artistas Vascos perdió todo su gas y su presencia tras el paréntesis de la guerra y no fue hasta 1944 cuando miembros del grupo Del Suizo se empeñaron en crear una nueva asociación, la hoy traída hasta estas páginas: la Asociación Artística Vizcaina. Oigamos a Juan de Aróstegui cómo lo relata. “En los días agonizantes de 1944, los que estábamos a cubierto de estos avatares soñábamos para nuestros amigos los artistas humildes una protección, algo que sirviera para que su fin no fuera el de tantos despreciados que, por amor al arte, al no ser comprendidos en su época, mueren en la mayor miseria y sus obras, una vez fallecidos, empiezan a cotizarse, con elevaciones meteóricas, al que pagó miserablemente o también al que compró en época más o menos oportuna sin que el autor, desde la tumba, o sus familiares, puedan impedir que se enriquezcan quienes no hicieron nada por la obra de arte (...)”. Eran, si duda, palabras paternalistas en defensa de los artistas que se encontraban lejos de los mercados y cerca de las dificultades.

Hoy ya son otro tiempos, otras necesidades. Preside la Asociación Artística Vizcaina actual José Ramón López, Misere Josephe para el mundo literario y la Asociación cuenta con una mayoría femenina considerable entre las personas socias, en contraste con los orígenes en los que los 14 nombres fundadores sólo eran de hombres.

Echemos un vistazo al recorrido de una Asociación con fuerte espíritu de supervivencia. Arrancó centrándose en un principio en las artes plásticas. A partir de los años sesenta del siglo pasado, de mano de Luis de Castresana y Blas de Otero (en sus recuerdo continúan llevando flores blancas hasta a su busto, ubicado en la calle Egaña, por iniciativa de la plataforma ciudadana 29 de junio que evoca la fecha de la muerte del autor, en 1979...), se incorporaron la poesía y la literatura, con una sección propia de la que dependen las icónicas Tertulias Poéticas de los Martes en Bilbao instituidas en 1992 en el antiguo café Boulevard de El Arenal; y muy recientemente el teatro y la declamación, con una tercera sección, específicamente dedicada a estas disciplinas artísticas.

Desde la Aste Nagusia de 1997 la organización organiza un concurso de acrósticos que hasta 2005 tenía la vocación de cantarle al teatro que pasa por la villa en esas fechas y que, a partir de ese año, amplió su mirada a quienes propagan la bilbainía a los cuatro vientos. No faltan tampoco las lecturas públicas de El Quijote cada 23 de abril, las exposiciones y los recitales. Tras los dos años de vacío, la Asociación Artística Vizcaina recuperó la costumbre de celebrar una Maratón de las Artes y la Letras en el mes junio, su 23 edición en este caso, celebrada en la sede de la Asociación, allá en la calle Costa, 11, segundo izquierda.