UE el hijo del carpintero el que pintó como los ángeles, de fábula. Les hablo de Anselmo de Guinea y Ugalde (1854-1906), un hombre que alternó su trabajo en el taller familiar con su habilidad para la pintura en su calle natal de Ripa, aquel rincón que aún era conocido como la anteiglesia de Abando. Recibió en la adolescencia las enseñanzas de manos de Ramón Elorriaga y, a partir de 1870, de Antonio María Lecuona. Entonces comenzó a llamar la atención de los entendidos bilbainos que, además de destacar sus aptitudes y coleccionar sus obras, se preocuparon por facilitarle el acceso a una formación reglada.

Apenas tenía 15 años cuando ya destacaba pero no fue hasta los 19 años cuando el empresario Manuel María Gortázar le financió una matrícula en 1873 en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado regida por Federico de Madrazo, el estudio privado entonces más importante de Madrid. Al año siguiente el propio Gortázar le posibilitó trasladarse a Roma (en su estancia en Italia, entre 1875 y 1876, frecuentó las clases de desnudo y acuarela y las de la Academia Española en Roma...), de donde regresó a Bilbao en 1876, para opositar a la cátedra de figura convocada por la Escuela de Artes y Oficios de Atxuri, que consiguió ganar a pesar de su juventud. Desde ella su labor, con los conocimientos y técnicas aprendidos en Madrid y Roma, y más tarde en París, se convertiría en un importante eje en el proceso de modernización de la pintura vasca que se experimentó a finales del siglo XIX.

En diciembre de 1881, ya casado, Anselmo regresó a Roma. Un año más tarde y seis años después de la abolición foral, Anselmo de Guinea ganó la medalla de oro de la Exposición Foral de Bizkaia con su obra Jaun Zuria jurando defender la independencia de Bizkaia. La venta de este cuadro le supuso una pensión que le permitió continuar su estancia en Roma, donde realizó una gran actividad artística y comercial de su obra, formando parte del grupo de Los doce y matriculándose en la Academia Chigi.

A mediados de 1887 Guinea se trasladó con su familia a Lekeitio. Ya en 1888 dio el salto a Deusto. Ya en Bilbao y con renombre fue un destacado miembro del club cultural El Escritorio. Eran, aquellas, sus actividades más lúdicas y divertidas, siendo su sopa de gaviota muy valorada entre los socios como un eficaz remedio para las resacas. En 1894 volvió a obtener un primer premio en una exposición provincial de arte vizcaino con su obra titulada La Primavera. Eran los tiempos en los que solía pintar junto a su buen amigo Adolfo Guiard al aire libre y este mismo año viajó por primera vez a París, donde conectaría con la corriente impresionista. Surgió entonces un Guinea más luminoso, de dibujo fluido, por la influencia del impresionismo, el puntillismo y la estampa japonesa.

Su cuadro de Jaun Zuria fue rechazado por la Diputación como modelo para una vidriera del Palacio de esta institución, cuyos techos pintó y para la que también realizó el modelo de la gran vidriera ubicada en la escalera central del Palacio con la alegoría de Bizkaia. Su hijo, Anselmo de Guinea Zugazaga, le sucedería como profesor en la Escuela de Artes y Oficios, tras su fallecimiento en Bilbao el 10 de junio de 1906.

Tras su muerte numerosos amigos, pintores, escultores y escritores así como el semanario nacionalista vasco Aberri promovieron un homenaje en su memoria que organizó la Diputación de Bizkaia con una exposición antológica que se inauguró el 18 de mayo de 1907. El último número de la revista abertzale JEL fue monográfico sobre esta exposición donde le llegaron a llamar “pintor de la patria”. l

Ganó la medalla de oro de la Exposición foral de Bizkaia con su obra ‘Jaun Zuria jurando defender la independencia de Bizkaia’

La revista JEL le consideró “pintor de la patria” y en el Kurding club se elogió su sopa de gaviota como ‘cura-resacas’