Oh, la, la! Pinot
El corredor francés, pletórico, conquista con gran autoridad el Giro de Lombardía al dejar a Vincenzo Nibali en Civiglio después de varios ataques
BILBAO. En la chepa de Civiglio, después del enésimo ataque de Thibaut Pinot, agachó, al fin, la cabeza Vincenzo Nibali, desterrado por el francés del triunfo del Giro de Lombardía, el nuevo latifundio de Pinot, magnífico el galo, extraordinario su despliegue en la clásica italiana que sube la cremallera a la campaña de siempre. Monumental. Pinot guillotinó a Nibali en Civiglio, pero dispuso el mecanismo de le ejecución en el Muro de Sormano, la subida icónica y más exigente de Il Lombardía, con un promedio de pendiente del 16% y un estrecho tramo de cerca de un kilómetro que alcanza el 30%, el nudo gordiano del Giro de Lombardía, su inolvidable pasaje. Ese que está inscrito en la memoria colectiva como un lugar santo del ciclismo. En el cuello altivo de Sormano, Primoz Roglic llamó a la batalla. Con él se fueron Pinot, Nibali, el velcro del francés, y Egan Bernal, el jovencísimo colombiano que es el futuro hoy. A Alejandro Valverde, con su bicicleta arcoíris, pintado el murciano de campeón del mundo, la sacudida le atrapó hamacado en el extrarradio. Demasiado lejos del epicentro. Eso le condenó.
Ante el gigantesco Pinot y su memorable final de campaña, capitularon todos. El último en hacerlo fue Nibali, dos veces campeón en Lombardía, que peleó cada pulgada para honrar la clásica. Inalcanzable el francés, Nibali se dejó el alma para ser segundo. Los campeones no siempre vencen. Su grandeza reside en gestos de ese tipo. Nibali se comportó con majestuosidad y con el gesto agradeció el tajo magnífico de los suyos. Ion Izagirre, que sabe ser el mejor de los secundarios, protegió a su líder cuando Nibali aún revoloteaba con Pinot. El de Ormaiztegi fue sexto en meta tras una gran actuación. Pozzovivo fue el otro anclaje antes de que el siciliano se desencajara y se le achatara la nariz por el esfuerzo. Antes reventaron las costuras de Roglic y de Bernal, que se apagaron con la ternura de las velas. Sin demasiado romanticismo. Consumidos por el leviatán de Lombardía en el cálido otoño.
En la clásica de las hojas muertas encontró su jardín de infancia Pinot, floreciente en octubre, un vergel. El francés se posó días sobre la historia de la Milán-Turín y en Como esculpió un Monumento con el cincel de la ambición y el martillo de la perseverancia en una clásica que requiere a los mejores escultores por lo magno de su fisionomía. Mármol de Carrara. Pinot, arropado por la bandera de la confianza y afilado por la valentía, pudo domesticar a Nibali, el ciclista que no sabe rendirse, en un formidable vis a vis. Al siciliano nunca le enseñaron a hincar la rodilla y tampoco lo quiso aprender. No es su estilo. Tampoco el de Pinot, que es un Nibali a la francesa. Siempre dispuesto para el combate. Otro tiburón. Requin. Atados sus destinos en Civiglio tras el quebranto de Sormano, la mesa de autopsias del Giro de Lombardía, Pinot no podía contenerse. Bestia enjaulada. Los grilletes se les colocó Nibali, que se agarró a la guerra psicológica para oxidar la moral de Pinot, cada vez que el francés bamboleaba los hombros y cimbreaba la bicicleta. Con el maillot abierto, a modo de los magos que se remangan para no ocultar nada, las intenciones de Pinot eran transparentes. No era necesario ser un vidente para leer su pensamiento. Su lenguaje corporal no engañaba. De pie sobre la bicicleta cargaba hacia delante. Nibali, consciente de que no poseía la efervescencia del galo, se emparejaba a Pinot, como si compartieran sidecar. El italiano miraba a Pinot desde sus cristales ahumados, con el gesto grave y el rostro hierático.
Deseaba mandar desde el cerebro y apaciguar a Pinot, que en cuanto acababa un ataque dibujaba el siguiente, a modo de los bocetos que acaban en la papelera hechos una bola. Entonces, cuando más duro fue Civiglio, Pinot descerrajó otro proyectil. Miró a su izquierda y vio que Nibali escondió la cabeza en los hombros. Era la imagen de la claudicación. Eso alimentó el despensa de Pinot, que entró en órbita. Por detrás Bernal fue atrapado en un grupo de favoritos a los que se les escurrieron Pinot y Nibali. En el descenso, el galo no recordó a aquel ciclista torpe de antaño, y dio un pequeño salto para superar un paso elevado en la carretera. Por entonces levitaba. Camino a la gloria que le esperaba con una salva de aplausos. Puesta en pie Italia ante Pinot. Oh, la, la!
Giro de lombardía
1. Thibaut Pinot (Groupama)5h:53:22
2. Vincenzo Nibali (Bahrain)a 32’’
3. Dylan Teuns (BMC)a 43’’
4. Rigoberto Urán (Education First)m.t
5. Tim Wellens (Lotto)m.t
6. Ion Izagirre (Bahrain)m.t
7. Rafal Majka (Bora)m.t
8. Domenico Pozzovivo (Bahrain)m.t
9. Dan Martin (Emirates) a 48’’
10. George Bennett (Lotto NL)a1:22