EN Formigal se derrumbó estrepitosamente el Sky. Retumbó el eco de su caída como si el gigante de Sallent de Gállego, -una escultura representa a Fermín Arrudi y sus 2,29 metros de estatura- se desplomara por alguna de las incontables azoteas de los majestuosos Pirineos. La idea del equipo imbatible e inaccesible quedó tocada, abollado el armazón del acorazado británico que capitanea Froome, a 3:37 de Quintana después del episodio de Formigal. Tras replegarse en el silencio el día de autos, Froome, que continúa segundo en la tabla, reflexionó en voz alta sin eludir que su situación ha empeorado sensiblemente. “Todavía estoy en segundo lugar, por lo que me siento contento. Estoy más atrás que hace dos días y lo de Formigal fue un golpe duro, pero eso es el ciclismo”.

El inopinado gancho de Quintana, alimentado por el furibundo ataque de Contador, fue directo al mentón del británico, que acusó el golpe. Froome quedó grogui, pero no se encoge. Tampoco arruga los hombros pensando en lo que pudo ser y no fue. El británico, piel de campeón, anunció que continuará en el combate por el título de la Vuelta, que se resolverá entre mañana en Más de la Costa, la crono llana entre Jávea y Calpe del viernes, y la larga ascensión al Alto de Aitana el sábado, penúltimo día de carrera. “Las cosas pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos y tengo que seguir luchando hasta el final. Por supuesto que no voy a renunciar ahora”, expuso Froome, consciente de que su asalto al trono que ocupa Quintana es más complicado y que las posibilidades de éxito han menguado.

“Es menos posible de lo que era antes, está claro, pero eso no quiere decir que voy a dejar de intentarlo. Quedan etapas importantes y pueden pasar muchas cosas”, destacó el líder del Sky. Su equipo, a diferencia del domingo, prestó más atención camino de Peñíscola. El Sky se puso en cabeza en los últimos kilómetros para evitar sustos y confluyó con el Tinkoff de Contador. “Fue un encuentro técnico, queríamos estar al frente de la carrera. Vimos que el Tinkoff estaba pensando lo mismo. Teníamos que estar atentos para no quedar atrapados. Se había hablado mucho de la posibilidad de que hubiera viento y la gente estaba muy nerviosa”, señaló antes de referirse a la etapa de Formigal, su particular descenso a los infiernos empujado por Contador. “Aquella etapa no era sobre el papel la más dura pero vimos que se hicieron las diferencias más grandes hasta el momento. Todo depende de lo que hagamos los corredores y las tácticas que se empleen”, analizó Froome, que no tiene bandera blanca.