Spartacus, gladiador eterno
Fabian Cancellara se ha vestido de amarillo en 6 ediciones del Tour, solo superado por Hinault, con 8
Bilbao - Cuando Fabian Cancellara repasó las clasificaciones de la contrarreloj que el sábado alzó el telón del Tour, pensó que la carrera francesa venía como la temporada 2015: torcida, cuesta arriba, a contrapié. Tras perderse sus citas predilectas, las clásicas de primavera, como consecuencia de una fuerte caída en la E3 Harelbeke que se saldó con la fractura de dos vértebras, el suizo se presentó en Utrecht con el indisimulado objetivo de cocinar una de las especializades de la casa: aprovechar la crono inicial de la Grande Boucle para visitar el podio como vencedor y enfundarse el maillot amarillo. Por eso frunció el ceño cuando se vio tercero, superado por el sorprendente Rohan Dennis y Tony Martin.
Pero a Cancellara no le llaman Spartacus precisamente por ser de los que se rinden a las primeras de cambio, por venirse abajo ante la adversidad. “Si no pudo ser ayer, tendrá que ser hoy”, debió pensar mientras las caídas y el viento hacían trizas el pelotón e iban dibujando un escenario que le beneficiaba. 25 rivales en el grupo cabecero. Sangre para el depredador. Cancellara se metió en el sprint y el tercer puesto, por delante de un Mark Cavendish que se lanzó demasiado pronto e hizo un flaco favor a su compañero Tony Martin, le valió para enfundarse el maillot amarillo, el vigesimonoveno de su carrera. Solo diez ciclistas han portado más veces esta preciada prenda en la historia de la ronda francesa.
Y es que con el amarillo conquistado ayer, Cancellara ha liderado ya seis ediciones del Tour de Francia (2004, 2007, 2009, 2010, 2012 y 2015), lo que le coloca a la misma altura que Eddy Merckx y Andre Darrigade, solo por detrás de Bernard Hinault, que lo hizo en ocho. El suizo es consciente de que hoy le tocará ceder esta preciada prenda en el Muro de Huy, pero lanza un aviso a navegantes: “Intentaré perder el menor tiempo posible para recuperarlo el martes en la etapa de pavés”. Y es que los adoquines son para Cancellara lo que la arena para Spartacus: el escenario donde se forjó su leyenda de eterno gladiador.