La herencia de Galdós

ES tan extensa la memoria del Giro, tan larga su biografía, tan dura su cartografía, que pueden pasar décadas hasta que se produzca un cruce de caminos entre paisanos. Cuarenta años separan el último podio de un ciclista alavés, Paco Galdós, del más reciente, el que ha degustado el paladar de Mikel Landa, flamante su tercera plaza en el recuento definitivo del Giro. La anterior huella de ciclistas vascos en el podio de la ronda italiana data de 2001, cuando Abraham Olano concluyó en segunda posición, justo por delante de Unai Osa, tercero en aquella edición. Antes, en los setenta, el Giro era un soliloquio de Paco Galdós, que siempre mantuvo un vínculo especial con la prueba italiana. La amó profundamente. El flechazo fue correspondido por el Giro. Concluyó Galdós tercero en la edición de 1972 y mejoró un puesto, fue segundo en 1975. Ese año, Galdós, profesional entre 1969 y 1980, conquistó la mítica etapa que contenía del Paso del Stelvio entre sus entrañas. Estuvo a un dedo de embolsarse el Giro. A menos de un minuto de la gloria. Se quedó a 41 segundos de Fausto Bertoglio, que logró la túnica rosa después de soportar los ataques de Galdós en la penúltima etapa del Giro de 1975. Galdós, que superó a Felice Gimondi en la general, también vistió la maglia durante ocho jornadas además de adjudicarse la general de la montaña, un premio muy significado en el Giro.

En las montañas, ya fueran las Dolomitas o los Alpes, ha afianzado cuatro décadas después el podio Mikel Landa, triunfador en Madonna di Campiglio y Aprica, como hiciera Marco Pantani, un escalador excepcional. Sus exhibiciones en las cimas han expandido al alavés, que concluye contrato con el Astana y no le faltarán ofertas después de protagonizar algunos de los mejores pasajes de la corsa rosa. Mikel Landa ha sido el gobernador de las cumbres del Giro. El alavés, además de su tercer lugar en el cajón y su segunda posición en la general de la montaña, dejó un par de fastuosas tarjetas de presentación con dos laureles incontestables en etapas que quedarán encoladas en la memoria colectiva.

gran giro de intxausti La otra firma sobre los tejados del Giro correspondió a Beñat Intxausti. El zornotzorra, anulado por el calor en los primeros días -circunstancia que también desenfocó a Jon Izaguirre-, venció en Campitello Matese después de una ascensión en la que demostró buenas piernas, inteligencia y sangre fría para imponerse a su compañero de aventura. Dejó Beñat que madurase Reinchenbach antes de volar hacia la victoria. La actuación de Intxausti no debe circunscribirse únicamente al estupendo triunfo de etapa en la que Mikel Landa, que arrancó con una fuerza descomunal al encuentro del vizcaino, fue segundo. Todavía se escucha el eco de los golpes que el murgiarra propinó al manillar de su bicicleta fastidiado por no haber podido atrapar a Intxausti y hacerse con la victoria.

El ciclista del Movistar pugnó hasta el último aliento por conquistar la general de la montaña. Fue cuarto en el recuento definitivo. Su ascensión en Finistre, donde tuvo que plegarse, resultó conmovedora. Nunca se venció. Intxausti lució la maglia azzurra durante varias jornadas, pero finalmente se vio obligado a ceder, lo que no resta ni un ápice el gran Giro que ha realizado, presente entre los mejores durante numerosas etapas de montaña y activo en las escapadas, como en la jornada en la que se impuso el ruso Ilnur Zakarin, una moto en el autódromo de Imola, en el hogar de Enzo Ferrari. Al igual que le sucediera a Landa en Madonna di Campiglio, a Beñat se le llevaban los demonios en meta. El zornotzarra concedió tres metros al tártaro y en el siguiente pestañeo Zakarin estaba celebrando la victoria en la llegada lluviosa de un Giro en el que el sol ha lucido para el ciclismo vasco. La herencia de Galdós y los que vinieron después continúa.

1º Eddy Merckx55111

2º Bernard Hinault35210

3º Jacques Anquetil 2518

4º Miguel Indurain2507

5º Fausto Coppi5207

6º Alberto Contador2237