Froome se sube a la Vuelta
Hesjedal se impone en la Camperona, donde resurge el británico para arañar segundos a contador y purito, pero sobre todo, a Valverde
Que iba fumando. Eso le dijo Ryder Hesjedal por el pinganillo al coche antes de tomar una curva, una de tantas camino de Alcaudete, una que estaba peraltada al revés, que brillaba bajo el sol como si el asfalto fuera aceite virgen. Allí resbaló el canadiense, uno que le ganó un Giro, el de 2012, a Purito, y extraviado desde entonces, venía a la Vuelta a reencontrarse. Eso pensaba. Hasta que se quedó, camino de Rota, en un puerto de tercera. Perdido. Desde ese día anda buscando etapas que demuestren su jerarquía. Como la de Alcaudete que no pudo disputar porque se cayó en aquella curva. Esa imagen se ha estado repitiendo una y otra vez desde hace tres o cuatro días. No por el golpe, que no fue para tanto salvo porque eliminó a Hesjedal, sino porque al descabalgar, es lo que se ve en la imagen, la bicicleta queda huérfana y aún así, viva como para seguir moviéndose como una culebra impulsada por la rueda trasera. Hay quien ve en esa imagen el truco del motor escondido en la bicicleta. De eso se ha hablado estos días. De eso no quiso hablar Hesjedal ayer en la cima de La Camperona, pero antes de entrar en meta, asegurada la victoria que buscaba, dejó de dar pedales y la bicicleta se fue parando como si así quisiera demostrar que el único motor que la mueve, en La Camperona y aquel día en Jaén, son sus poderosas piernas, largas y delgadas, con las que, tan paciente como no lo fue Sicard, que también iba en la escapada como Erviti, Luis León o David Arroyo, pisoteó a Oliver Zaugg en la descomunal rampa final, cuando solo quedaban, qué crueldad para el suizo, 200 metros.
Fue paciente Hesjedal, uno que no lo suele ser y en cada escapada se deja la piel y luego la pierde, generoso o tonto, llámenlo como quieran, pero no tan paciente como Froome, marcado con la cruz de los muertos desde la crono de Borja. Entonces, en su terreno, no fue quien es, el ganador del Tour de 2013 que no pudo defenderse el pasado julio porque no paró de caerse y ya la última vez, la cuarta desde la Dauphiné, no quiso levantarse porque entendió que aquel no era su Tour. Como los demás caídos -Purito en el Giro o Contador, también en la carrera francesa- vino a levantarse a la Vuelta y tropezó donde no se esperaba, en la crono, donde es el mejor de los que saben que pueden ganar la Vuelta. No cayó, pero se tambaleó. Y Volvió a estar sobre el alambre, en un delicado equilibrio, al día siguiente en el santuario de Aralar, donde no perdió tiempo pero todo el mundo pensó que fue de milagro, que había subido siete kilómetros haciendo la goma, quedándose sin quedarse, y que estaba marcado. Crucificado. Muerto. Eso pensaba la gente y se ratificó y le dijeron al de al lado ya sabía yo, cuando el inglés, la cabeza gacha metida entre los hombros y la pantalla del potenciómetro, volvió a ceder.
Acababa de atacar Valverde a dos kilómetros y medio, los más duros, de la meta. Acababan de responder Contador, con aire fresco, y Purito, a quien le costó algo más, pero llegó. Nadie más, en principio y mientras Valverde siguió tirando valiente, como un mulo, ciego, también, porque, lo dijo luego sin decirlo, quizás se precipitó, quizás no midió sus fuerzas, que las tiene pero no para regalarlas, como ninguno, porque no sabía dónde se metía. “No conocía el puerto”. Y por tanto, no sabía de la rampa que rozaba el 20% y las del 15%, y la curva cerrada a la izquierda, y el asfalto que estaba suelto porque lo acababan de asfaltar. De todo eso se enteró Valverde después, cuando sintió que se le pegaba la bicicleta a la carretera como si una mano le agarrara las ruedas. Sobre todo, cuando Contador no se contuvo y atacó para hacer daño. El murciano respondió y mantuvo el pulso hasta que se desplomó sobre el sillín y se echó a un lado para que Purito, que le seguía, diera un salto que le llevó hasta Contador. Luego, apareció Aru, la promesa italiana. Y cuando nadie contaba ya con él, perdido de vista nada más empezar con el ataque de Valverde, surgió Froome. ¿De dónde salía?
“Fui a mi ritmo convencido de que todos iban tostados”, dijo luego el inglés, un tipo que corre con los ojos puestos en el potenciómetro que le recuerda sus límites. Cuando se reencontró con Contador, Purito y Aru aún le quedaba una marcha más. La metió y desencajó a todos. El último al líder, que no tuvo más remedio que levantar el pie y regular para acabar sacando 22’’ a Valverde, pero cediendo 6’’ con Purito y siete con Froome, que se sube así, de un salto, a la Vuelta.
1. R. Hesjedal (Garmin) 5h18:10
2 Oliver Zaugg (Tinkoff)a 10’’
3. Imanol Erviti (Movistar)m.t.
4. A. Kolobnev (Kat.)a 39’’
5. Louis Meintjes (MTn)A 42’’
6. Bart De Clercq (Lotto)a 52’’
7. R. Sicard (Europcar)a 1:44
8. D. Arroyo (Caja Rural)a 2:02
9. C. Verona (Omega)a 2:15
10. Chris Froome (Sky)a 2:36
11. J. Rodríguez (Kat.)a 2:37
12. A. Contador (Tinkoff)a 2:43
13. Fabio Aru (Astana)a 2:45
14. A. Valverde (Mov.)a 3:05
1. A. Contador (Tinkoff)54h20:16
2. A. Valverde (Movistar)a 42’’
3. Chris Froome (Sky)a 1:13
4. Joaquim Rodríguez (Kat.)1:29
5. Rigoberto Urán (Ome.)a 2:07
6. Fabio Aru (Astana)a 2:15
7. Samu Sánchez (BMC)a 3:26
8. Robert Gesink (Belkin)a 4:14
9. W. Anacona (Lampre)a 4:36
10. Dan Martin (Garmin)a 4:37
11. D. Caruso (Cann.)a 4:45
12. Dani Navarro (Cofidis)a 5:10
13. W. Barguil (Giant)a 6:02