"Han sido un equipo; eso les ennoblece"
La vigésima y última Vuelta de Euskaltel acaba hoy en Madrid, donde se despedirá desde el podio tras ganar, por primera vez en su historia en una grande, la clasificación por equipos. Gorka Gerrikagoitia, director del equipo vasco, destaca el trabajo colectivo
RIOSA. En 1979 el Kas logró su décima y última victoria por equipos en la Vuelta y 34 años después, hoy mismo, otro equipo vasco, Euskaltel, subirá al podio para celebrar ese triunfo colectivo. Es lo que más enorgullece a Gorka Gerrikagoitia, director de la escuadra naranja que cierra hoy su trayectoria, 20 ediciones consecutivas, todas desde 1994, en la Vuelta, la grande que mejor se le ha dado. Tiene trece etapas (de Laiseka, de Samuel, de Antón, de Unai Etxebarria y de Nieve), dos podios (ambos de Samuel), ha vestido el maillot de líder (con Egoi Martínez en 2008 y con Antón en 2010) y, desde hoy, la clasificación por equipos. Le ha faltado a Euskaltel la victoria absoluta que salieron a buscar hace tres semanas desde Galicia y de la que se despidieron el primer día de montaña, cuando Samuel encalló en el Monte da Grova. "Por eso, el balance no puede ser positivo. Vinimos con muy altas pretensiones de disputar esta Vuelta y fallamos desde el inicio", asume Gerrikagoitia, que habla también de la complicada situación con la que han tenido que convivir por la incertidumbre sobre su futuro, el compromiso de los corredores "que les ennoblece" y la tristeza por una despedida hace unos meses "inesperada".
¿Qué ha fallado?
Más que del estado físico de los corredores, ha sido un problema anímico. La situación en la que hemos estado en la Vuelta ha influido muchísimo. Vinimos con la persiana del equipo cerrada y eso te condiciona. La gente no se ha podido concentrar en la carrera. Es más, creo que en ningún momento se ha hablado de la carrera que ha hecho Euskaltel-Euskadi durante la Vuelta, sino que todo el runrún ha estado en torno al futuro del equipo. Eso al final ha hecho que ni yo mismo haya podido estar centrado al cien por cien en la carrera y los corredores, menos.
¿Tanto afecta al rendimiento de un grupo?
Es que es una situación que no se ha vivido dos días antes de la Vuelta, sino que se ha ido masticando desde el Tour, cuando todos supimos ya que el tema estaba muy mal. Así es difícil preparar un objetivo. Y no quiero que se entienda que responsabilizo a la situación del rendimiento del equipo; solo digo que ha tenido su influencia.
¿Qué les decía a los corredores, al grupo, a usted mismo, para ahuyentar el fantasma de la desaparición de Euskaltel?
Lo que está claro es que vinimos aquí siendo profesionales, con la idea no solo de rendir en la Vuelta, sino de hacerlo hasta final de temporada. Eso es la teoría, la idea o lo que todos nos proponemos, pero no es fácil porque la realidad te recuerda a diario lo que está pasando. Hay que darse cuenta de que ninguno de los que trabajamos en este equipo tiene el futuro asegurado. Y entre los corredores están los que tienen contrato firmado, los que no y, entre los que lo tienen, los que manejan ofertas de otros equipos. Es una mezcla de realidades que no es fácil de gestionar.
En ese caos, ¿ha tenido que llamar la atención a alguien?
La duda de todo el mundo era cómo trabajaría el equipo durante la Vuelta y creo que se ha disipado. El equipo ha funcionado bien, con las ideas claras. Aunque no hayamos sacado el resultado deseado, creo que todo el mundo ha sido muy sensato y muy profesional.
En una situación tan delicada, no hubiese sido extraño, ni quizás reprochable, que cada uno hiciera la guerra por su cuenta.
No lo han hecho y es lo que les ennoblece. Por eso lo remarco.
¿El reflejo de esa fidelidad es que han ganado por equipos?
Es un premio muy simbólico en las circunstancias en las que se ha conseguido. Es el último año de Euskaltel-Euskadi y despedirnos todos juntos desde el podio de Madrid, algo que no habíamos conseguido nunca en una grande, es especial.
¿Como director del equipo, le enorgullece especialmente ganar esa clasificación?
Lo que me va a enorgullecer va a ser subir al podio todos juntos. Va a ser un premio de todos. Muchas veces, un triunfo de etapa suele ser el esfuerzo de un solo corredor y no necesariamente del equipo. Y hay diferencia entre el premio particular y el colectivo. Al menos para mí, va a ser gratificante.
¿Se le ocurre una manera mejor de despedir a Euskaltel?
Seguro que las habrá, pero después del segundo día de descanso le he dado más importancia a ganar la clasificación por equipos que a una etapa.
Es la última grande de Euskaltel, ¿lo sienten de una manera especial?
No, porque no nos hacemos a la idea de que esto se va a cerrar. Está claro que esto va a desaparecer, pero yo lo comparo con un enfermo en fase terminal, que mientras está vivo todavía sientes que está aquí y le puedes apoyar. Comprenderemos que está muerto cuando no esté, cuando dejemos de competir. Entonces nos daremos cuenta de todo lo que vamos a dejar atrás, lo que ha supuesto este equipo en 20 años.
Usted ha pasado media vida en este equipo.
Si sumamos los años de aficionados, he estado toda la vida aquí. Esa primera etapa, más seis años de profesional y ahora diez años como director del equipo. Junto con Tomás (Amezaga, el mecánico) somos los dos más veteranos de esta estructura. Lo piensas y sientes pena. Está claro que esta situación se tenía que dar tarde o temprano porque Euskaltel-Euskadi no iba a durar toda la vida. Años anteriores hacíamos el comentario de que cuando fuésemos viejos nos acordaríamos de aquel equipo naranja que iba al Tour arrastrando a su afición. Ese día ha llegado. Y siento pena, sobre todo por las circunstancias en las que va a dar de baja este equipo, cuando nadie lo esperaba.
¿Ha sido más duro por inesperado?
Yo pienso que si este equipo no hubiera salido este año, se habría dado por normal. Pero cuando se anuncia el apoyo para cuatro años más das por hecho que eso se va a cumplir.
¿Ve peligrar su carrera como director?
Llevo diez años ejerciendo, el que más de este equipo como director. Tuve la suerte de que en un primer momento Madariaga y Julián Gorospe apostaron por mí y luego, pese a los cambios, se ha seguido confiando en mí. Me queda la satisfacción de que haya estado quien haya estado al frente se ha confiado en mí. Hoy es el día en el que pienso que los corredores respaldan mi trabajo y eso, que un ciclista se crea lo que le estás diciendo, es primordial para un director.
¿De qué se siente más orgulloso?
Yo entré en el equipo no siendo director y salgo siéndolo. Eso es lo que más me puede enorgullecer. Pasé de corredor a director y esa apuesta de Miguel y Julián no me la creía ni yo mismo. Y, sin embargo, después de diez años puedo decir que soy un director del World Tour.
¿Siente el respeto del pelotón?
No te lo puedo decir. Yo soy una persona, creo, cerrada, no me abro mucho al resto. Pero imagino que de la misma forma que yo me fijo en lo que hacen los demás, ellos se fijarán también en mí. Pero no sé cuál es su opinión.
Usted es de los que se enorgullece de ganar cuando todo está perdido, como aquella vez en Cotobello.
Más bien, soy de los que valora la virtud de saber tirar adelante. Sí, ese día de Cotobello puede ser un buen ejemplo. O el de Antón en Bilbao en 2011.
¿Qué va a hacer ahora?
No lo sé. No sabemos nada. La gente que entra nueva no nos conoce y esa es la gran pena que tengo. Al final aquí se ha juntado un grupo de trabajo buenísimo, con auxiliares jóvenes pero experimentados, gente implicada, y al final eso parece que se va a disolver sin que nadie haya pedido información sobre esos trabajadores. Me da pena pensar en la disolución, si es que se llega a dar, y me decepcionaría que no se valorase el trabajo que se ha hecho. Aquí no solo hemos trabajado por un salario, que está claro que todos trabajamos para ganar dinero, pero creo que nos hemos volcado mucho más de lo que supone un sueldo mensual. Eso igual no se tiene cuenta, y es cierto que ha pasado otras muchas veces, pero no por eso deja de ser doloroso.
¿Con usted han hablado?
No. Y desconozco si la gente que entra nueva confiará en mí o no.
¿Ha buscado otro destino?
No, ni me lo he planteado. Pero es difícil. La gente siempre confía en su gente.