bilbao. Finalmente, Floyd Landis ha acabado en la calle, aunque no de forma literal. Se ha colocado uno de los dorsales solidarios del equipo de la Bahati Foundation, que proyecta un hilo de luz sobre Compton, el barrio deshumanizado de Los Ángeles donde creció el ciclista Rahsaan Bahati, ideólogo de la fundación y del nuevo conjunto americano.
Quizás sea la última oportunidad para Landis de acabar en paz con el ciclismo, que le entronizó en París antes de ser arrojado al fondo del pozo más sombrío, la cripta donde se apilan los cadáveres seducidos por los malos hábitos que dejaron el ciclismo al borde del colapso, en la UVI. Le empujaron por aquel precipicio la incomprensión de la derrota durante el Tour de 2006 y la testosterona, una droga deportiva que dio explicación científica a su cabalgada por los Alpes, emparentada por desconocimiento o ingenuidad, cada cual sabrá, con la épica más delirante. Luego, la defensa obstinada de su inocencia le sumió en una espiral de degradación absoluta cuyo último capítulo lo escribió hace pocas semanas un juez de Nanterre, que emitió una orden de captura por la supuesta implicación del ciclista americano en un delito informático cometido contra el sistema informático de Chatenay-Malabry, el laboratorio parisino que destapó su trampa en el Tour de 2006. Cumplida su sanción en 2009, aunque denostado, inhabilitada su credibilidad eternamente -cosas del ciclismo-, Landis deambulaba. Militó en el Ouch, y este año pretendía hacerlo en el Rock&Racing, el equipo surrealista y difunto de Michael Ball en el que corrió hasta el pasado año Rahsaan Bahati, un deportista peculiar, campeón de Estados Unidos de criteriums que en 2008 se percató de que corría prácticamente con una pierna, la izquierda, pues la derecha estaba anulada por la rotura de la quinta vértebra y una deformación en su fémur. Un tipo duro Bahati. Así curte la necesidad.
escapar de compton De eso hay a paladas en Compton, el barrio angelino donde una de cada cuatro familias malviven en la más absoluta pobreza, por donde se pasea silbando el crack, la tasa de violencia es descomunal y el número de homicidios supera hasta en ocho veces la media estadounidense. Supervivientes de ese destructivo entorno son las hermanas Williams, Venus y Serena; los jugadores de la NBA DeMar DeRozan, Tayshaun Prince o Tyson Chandler, o el propio Bahati. A Rahsaan le rescató una profesora contra la que dirigió su violento ímpetu lanzándole el borrador a la cara un día de clase. Tenía 12 años. Un crío en el filo. En lugar de dejarlo pasar, aquello acabó en una charla didáctica con los padres del chaval, a quien le dieron a elegir entre el golf o el ciclismo para canalizar su fogosidad. Eligió las bicicletas. Principalmente, porque creía que era algo similar a una moto. La siguiente tarde se asomó al anillo del velódromo de Los Angeles"84 y vio que aquellos cacharros de hierro no tenían motor. Iban a pedales. Así escapó de las garras de Compton.
"Por eso quiero que la gente tenga las mismas oportunidades que yo", explica Bahati, que hace dos años quiso convertirse en detective del departamento de investigación de homicidios después de que asesinaran a un amigo. "Hay que dotar de estructura y recursos a la comunidad y divulgar el mensaje de que otra vida es posible". Su altavoz será el ciclismo; Landis, una de sus voces en la calle.