Es una historia que alumbra, como el rayo, los cielos de la historia, dicho sea así para que quede constancia de que todo lo que se cuenta en La luz que nos guía, la última novela de Álvaro Otero, ocurrió de verdad. Basada en hechos reales, la acción arranca en el verano de 1932 y habla de una generación perdida, la de los años treinta del pasado siglo. Narra un relato anclado en los norayes de la documentación, sagrada para el autor, quien dedicó diez años de su vida en escribir el relato de cinco amigos que viven en un pueblo perdido y curiosean las páginas del comunismo más radical. Acaban involucrados en la muerte del párroco. Cuatro de ellos huyen a la Unión Soviética, donde su entusiasmo y su ingenuidad se verán enfrentados a los años más duros del estalinismo. Comienza entonces un largo periplo vital lleno de aventuras, viajes, tragedias y sucesos inesperados, que los lleva desde la Rusia estalinista hasta el campo de exterminio de Auschwitz. Pasan por el nazismo, por el comunismo y por toda una serie de ideologías jóvenes que, cada cual que piense lo que quiera, tuvieron muy mala vejez.

Al grano. El periodista Txema Soria fue el encargado de la presentación del libro. Los desmenuzó. Al libro y al autor. De este último recordó una dilatada trayectoria profesional que pasa por los discursos a Fraga Iribarne, por las páginas de El País, o por el empuje de un viejo profesor de literatura que le animó a que buscase sus límites. Del libro recordó que se trata de una novela de extensa documentación, desternillante y tierna, dura y sobrecogedora. “¿Es posible que tanto horror quepa en el ser humano?”, preguntaba.

Démosle la palabra ahora al propio autor. “Es la historia de una decepción”, dijo. Quienes hojeen el libro bien pudieran pensar que es la historia de un dolor como no hay otro igual, dicho sea con permiso del compositor panameño Carlos Eleta Almarán, quien escribió el bolero Historia de un amor en 1955, el mismo año en el que la cantó Leo Marini con la Sonora Matancera y en el que el músico panameño Lucho Azcarraga pidió permiso para tocarla en un barco que salía de Venezuela hacia el sur. Fue Álvaro entrando en detalles. Que si Stalin no padecía ningún tipo de locura; que la historia de amor en Auschwitz que relata en el libro, de la División azul y de los Sonderkommandos, unidades de trabajo formadas por judíos prisioneros de los nazis.

En fin. Por esos vericuetos y callejones circuló la tarde mientras el librero Javier Cámara dispensaba y recomendaba libros y la gente iba acercándose a conocer la historia. Entre los asistentes estaban Kirru Ossa y Klara González, de Telefónica; José Julián Bakedano, quien saludó al pasar, interesado por otro libro, sin duda ligado al mundo del arte, Patricia Joaquín, también librera de Cámara, quien se fotografió con Néstor Fernández y David Oceja, Luis Salgado, Carmen Tobalina, madre de Javier; Jon Mancisidor, tantos años ligado a BBK; Jon Larrinaga, Juan Castro, Marije Santorcuato, Pedro Julián Martín, Alberto Alameda, Ignacio Agreda, Izaskun Elorriaga, quien entró en la librería comprar la última novela de Pierre Lemaitre, Un futuro prometedor, y se quedó escuchando; Manuela Díaz, con la sonrisa puesta; Gorka Guerrero, Claudio Toral, Jesús Calonge y algún que otro curioso más que se acercó a la presentación de una novela del escritor pontevedrés que ha firmado en El País y en el Faro de Vigo. Permítanme que comience a leerles. “La Historia estaba a punto de devorarlos, de envolverlos en su torbellino, pero quién podría haberlo imaginado aquella luminosa mañana de verano de 1932, cuando Elena emergió desnuda del mar y caminó hacia las dunas. Carlos la contempló mientras se acercaba (...)” Merece la pena seguir leyendo esa historia, créanme.