LAS aguas del recuerdo de los carnavales estaban, si me lo permiten decir así, un punto estancadas en según qué tramos. Por ejemplo, en la visibilidad del pilar de la Orden Botxera de Farolines y Zarambolas, un hito en el que reflejan (nunca mejor dicho, habida cuenta que los nombres está grabados en latón sobre un fondo negro...) los nombres de todas las personas, hombres y mujeres, que han ejercido de los arquetípicos personajes carnavalescos de Farolín y Zarambolas desde 1984, cuando Javier Clemente y Don Celes fueron los dos primeros nombrados. Farolín es farolero, fanfarrón, presumido. Va vestido de blanco y ha nacido en el centro de la capital del mundo. Zarambolas, en cambio, es disfrutón y descuidado. Es un vividor que no se amarga por nada. Siempre viste de rojo y es republicano. Farolín en Nochevieja come angulas; y Zarambolas, caracoles. El primero ve los partidos del Athletic en la tribuna de San Mamés. El segundo, en el txoko. Son, a fin de cuentas, la representación de la dualidad del carácter bilbaino.

Enclavado primero en el café Boulevard y tiempo después en el café Iruña, llevaba cinco años en manos de la buena gente de Moskotarrak Konpartsa, que se ha encargado de su guardia y custodia con gran esmero. En cumplimento de lo acordado en el documento de cesión firmado por sus representantes, José Mari Amantes y Luis Ángel Castresana, el pilar de la Orden Botxera, al que en 2006 se encargaron de dar forma los amigos de Kopas, se ha trasladado a la ExpoGela de BilbaoHistoriko, con Borja Elorza (el presidente expresó su emoción en un breve discurso...), Iker Urkidi y Begoña Castaño al frente, allá en San Francisco 32, donde permanecerá expuesto a la vista de sus visitantes y de la gente de paso. La idea es que repose en el Museo Vasco cuando concluyan las obras de reparación.

Ayer se escenificó el trasvase de las aguas del recuerdo. A la cita acudieron, además de las personas ya citadas, Marino Montero, Juan Carlos Bilbao, Juankar Muga; Jon de Miguel, embajador plenipotenciario de Taberna Plaza Nueva, Iñaki Basabe, Marijo Villanueva, Lutxo Egia, Kepa Bermejo, Galder Anton; el escultor italiano afincado en Bilbao, Antonio Ranieri, quien inmortalizó a José Ángel Iribar, si no lo estaba ya, años atrás en su legendario vuelo de palo a palo y a quien olvidé preguntar, ya que trabaja entre Roma y Bilbao, con quién iba en el primer partido de la Europa League de este año; Mertxe Kobeaga, Gontzal Azkoitia, y dos hosteleros de larga tradición como Boni García y Tomás Sánchez.

A expensas de que el pilar dé con sus huesos de bronce en la ubicación definitiva no está nada mal el espacio elegido. De momento ayer más de un paseante asomó la gaita para ver qué era aquello que tanto relucía. Faltaron reflejos para responder a José María Bengoa, el preguntón de esta historia, que era un pedazo del Carnaval de Bilbao. l