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El callejón de las botxerías

El dinero de la Hucha Txikitera de Bilbao se destinará a Gorabide

Hubo años en los que se llegó a los 7.000 euros de recaudación anual; el año pasado rondó los 3.700 euros

En imágenes: un apretón de manos sella el pacto que confirma que el dinero depositado en la Hucha Txikitera se destinará a GorabidePankra Nieto

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Con la mala fama que gasta el dinero, si uno lo ve teñido de rojo enseguida piensa en un crimen, en dinero ensangrentado. Corro a anunciarles que ese rojo, ese rojo que cualquiera de ustedes puede percibir en los chines de esta historia no es de sangre... ¡Es de vino! No en vano la noticia que trae la paloma mensajera de esta página es la de que ayer, al pie de la Hucha Txikitera, empotrada en la esquina de la calle Pelota con Santa María, y con un sincero apretón de manos, en el que se simboliza la confianza en la palabra dada que nos enseñaron nuestros mayores, el presidente de los Custodios-Jagoleak de la Hucha Txikitera, Boni García, y el gerente de Gorabide, Txema Franco, ratificaron el acuerdo por el que todos los chines que se depositen en la Hucha Txikitera serán donados a esta asociación vizcaina, que destinará el dinero recaudado a proyectos de inclusión para las personas con discapacidad intelectual. Fue un gesto emotivo.

Permítanme que les cuente, por si alguien desconoce los orígenes, cómo nació esta tradición. La popular hucha, empotrada en la esquina de la calle Pelota con Santa María, único punto del Casco Viejo desde el que puede verse a pie de calle la basílica de Begoña, llama la atención de los viandantes por la singular talla de piedra que la orna, esculpida en 2008 por Josu Meabe con un vaso de culo propio del antiguo txikiteo, en su mano derecha. En una ranura abierta en el muro de la fachada, los txikiteros depositan anónimamente la calderilla que les sobra del pago de sus rondas por los bares de la zona, para su posterior donación a diversas entidades sociales.

Es herencia, les cuento, de las huchas que, en la década de los 50 y principios de los 60 del pasado siglo, había en todos los bares del Casco Viejo para recaudar dinero, las llamadas perras o céntimos por aquel entonces, para el Asilo de  Huérfanos de la Villa, popularmente conocidos como los niños de la Casilla. En los últimos años el destino era para las Hermanitas de los pobres y, ahora que han dejado sus asilos, pasará, como les dije, a Gorabibe. Apréciese que toda la parte histórica de este relato procede de la información de Marino Montero.

El txistu de Mikel Bilbao fue el encargado de darle la bienvenida a los asistentes a la ceremonia (más tarde, para alegrar la hora del Angelus y el amaiketako se sumó al txistu la trikitixa de Manu Iturregi...) del trasvase. A la cita se sumaron tres usuarios de Gorabide, Conchi Basabe, Patxi González y Kepa Oyarzabal, acompañados por Joseba Fernández, responsable de comunicación de la entidad social; además del presidente de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo, Luis Arbiol, Piru Azua, Marisa Fernández, Jon Uriarte, quien, nombrado para este año Romero de Honor de la Amatxu de Begoña, pasó por las tiendas de Meltxora y boinas Gorostiaga para vestirse como Dios manda, nunca mejor dicho; Joserra Taranco; el cantautor Iñaki Basabe, Javier Anton, Begoña Castaños, gerente de la Asociación de Comerciantes de San Francisco, Bilbao La Vieja y Zabala; Iker Urkidi, gerente de Bilbao Historiko; el poeta Fernando Zamora y la artista polifacética Nistal Mayorga. No fueron los únicos, ya les digo.

A la cita se sumaron, además de la gente ya citada, Paula Garagalza, Tomás Ondarra, Javier Diago, pastor de los desterrados hijos de Eva, Marijo Villanueva, Gontzal Azkoitia, Juankar Bilbao, Muga, Pedro Mari Etxebarria, Iñaki Llanos, de Kopas, Josu Orue-Etxebarria, Kepa Elejoste, presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Bilbao; Mari Carmen Tomillo, Mercedes Ruiz, Ascensión Toro, Beatriz Marcos, la actriz Paula Ezcurra, Javier Fernández, Miren Zarate y otro puñado de gente que se detenía para vivir de cerca aquel encuentro emotivo que se saldó, como les dije al principio, con un apretón de manos. Como acostumbra.