Costará reunir más talento artístico en la imagen de un encuentro que tenga lugar en Bilbao que la que se produjo ayer en la sala polivalente de San Mamés. Unos instantes antes de que llegaran el presidente del Athletic Club, Jon Uriarte, y el director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, accedió al lugar de la presentación el pintor, fotógrafo y artista plástico bilbaíno Darío Urzay. Se encontró un espacio atestado de cámaras y periodistas, la vitrina-relicario que cobija la penúltima Copa y unos grandes ventanales con el verde del césped al fondo, rematado por la espuma de asientos rojos. Y dio de bruces con el cineasta Pedro Olea, guionista, director y productor de filmes premiados, y con Manolo Sarabia, creador de golazos, acuarelista de jugadas indelebles e inspirador de los ooohoos de mil y una gradas.

Por un momento, la trinidad de artistas conversó como si no se supieran inimitables; como si no se tratara de gente capaz de inspirar, emocionar y hasta de levantar polémicas de las que monopolizan las conversaciones en el Botxo e incluso en otras partes del universo. Talento como para llenar hasta arriba una flota de gabarras.

Después, el acto de volvió formal. Como una jugada gestada con solvencia por Beñat Prados y Ruiz de Galarreta o por Herrera y Vesga. El director del AC Museoa, Asier Uriarte, dio la bienvenida; Juan Ignacio Vidarte manifestó su satisfacción por haber pensado en Urzay para crear una obra que expresara el vínculo del Guggenheim con los leones; el presidente rojiblanco, Jon Uriarte, expresó su alegría porque la relación entre arte y Athletic vuelve a subrayar que la de San Mamés es una institución única en el mundo; y, por fin, Urzay habló del reto. Contó cómo en febrero, con los de Valverde clasificados para la final de la penúltima Copa, Vidarte le pidió que fotografiara el futuro, o sea, que retratará la sensación de un Bilbao nuevamente ganador de su trofeo preferido. Las imágenes que creó adornaron el museo y formaron parte del espectacular decorado de la singladura de la gabarra. Todas, excepto una: la que ayer se presentó y cuyos fragmentos rodean el propio trofeo y una exposición de fotografías y vídeos de la obra que constituyó la bandera rojiblanca que colgó el Guggenheim de su balcón de titanio. “La esfera entre pasado, presente y futuro se cierra aquí”, concluyó Darío Urzay antes de acompañar a las cámaras, a Uriarte y Vidarte a recorrer la exposición, titulada Shoot Strokes.

Asistieron al evento, los hijos de Urzay, Adrián y Roque, que mantuvieron una sesuda conversación sobre fútbol con Manolo Sarabia; además de los hermanos del artista, Ignacio y José, e Ignacio Urzay hijo.

Acudió el fotógrafo Manu Sánchez, a quien Darío agradeció unas fotos aéreas únicas; el galerista Michel Mejuto; el historiado del arte Mikel Onaindia; la directora creativa de la firma Sophie et Voilà, autora del famoso vestido de novia de Tamará Falcó, Sofía Arribas; la profesora Diseño de Moda de la Escuela Superior de Diseño de La Rioja, Ana Magaña; la pareja de artistas formada Sira Aranduy y Enrique Laborde Suárez-Zuloaga; el expresidente de la Fundación Athletic, Juan Carlos Erkoreka; el escritor y responsable de actividades culturales del Athletic, Galder Reguera; la directora del área social del club, Joana Ruiz Olabuenaga; la presidenta y de la Asociación Vasca de Periodistas, Amaia Goikoetxea; el abogado Manu de Vicente, Begoña Martínez Goyenaga, Alicia Martínez, Lucía Agirre, Alberto Delclaux, José Mari Amantes, Luis Pedrosa, Elisa Dorronsoro, Ramón Santamaría, Víctor Furundarena o Cristina Iturrioz.

En los corrillos, conversaciones acerca de una novela en proceso de escritura, cierta videoinstalación interesante o técnicas de fotografía. Ni palabra sobre otro renombrado artista, Nico Williams.