EL viejo jazz que nació a finales del siglo XIX en las comunidades afroamericanas de Nueva Orleans, Luisiana, que tantas veces se le consideró música de esclavos en los algodonales y que se expandió por medio mundo a lo largo del siglo XX luce hoy con todo su esplendor, en pleno 2024. Su larga vida obedece, sobre todo, por ese carácter humano que le describe. No por nada y en cierto modo, la vida es como el jazz... ¡es mejor cuando improvisas! No están claros los orígenes del nombre aunque hay una teoría hermosa que explica cómo los jugadores de béisbol de Nueva Orleans usaban el término jazz para describir un movimiento rápido y elegante. Los músicos que fueron mezclando muy diversas melodías comenzaron a usar el término para describir su música, que también era rápida y elegante.
En el camino quedaron músicos de leyenda como Louis Armstrong (tuvo su propio equipo de béisbol, Los Secretos Nueve, lo que avala, según los románticos hijos del jazz, la teoría que les conté...), Miles Davis, John Coltrane, Thelonious Monk o el scat de Ella Fitzgerald entre otros nombres propios que alcanzaron la gloria. Y en el camino siguen un puñado de hombres y mujeres que saben que el jazz no es pasado, por mucha historia que arrastre –los felices años 20 del pasado siglo, los clubes que recrean una atmósfera singular, cosas así...–, sino futuro. Lleva muchos años entre nosotros y no parece que vaya a irse.
Si quieren un ejemplo fíjense en el día de ayer. Fue la fecha elegida para que arrancase el circuito jazzístico vasco de la mano de la 47.ª edición del Festival Internacional de Jazz de Getxo. Durará hasta este domingo, 7 de julio, y acogerá diecisiete actuaciones musicales en las diferentes secciones que integran el festival y que reunirán tanto a figuras destacadas de la escena internacional como a jóvenes promesas. Abrieron ayer miércoles una voz que vuela y el saxo que todo lo cubre; en la sección Tercer Milenio, la vocalista durangarra Irati Bilbao alzó su voz en compañía de los músicos Mikel Núñez, Aitor Bravo y Fran Serrano, allá en la plaza de la Estación de Algorta, y en los conciertos de abono, allá en Muxikebarri, el afamado saxofonista James Carter protagonizaron la primera jornada.
Irati llegó de la mano de una mezcla de sonidos que discurren entre el jazz y el pop, siempre con referentes clásicos como el scat de Ella Fitzgerald. En su visita a Getxo presentó los temas de Begin, su primer disco, un trabajo en el que aúna influencias modernas y contemporáneas, composiciones originales y standards arreglados con mimo y sensibilidad.
Entremos en los primeros ritmos de la tarde. Vigilaban para que todo fluyese, el flow que se dice hoy, Iñaki Saitua, Zigor Gorostiola y Mayte Galardi entre otras gentes de la organización. Las jóvenes Lourdes Losada y Carola Toto madrugaron en la tarde para coger asiento en las primeras filas de la plaza de la Estación. Accedieron a fotografiarse con Elena Barreiro y Nuria Barreiro, dos mujeres que regentan la tienda de moda JB, vecina del escenario. Mientras iban llegando al espacio Fernando Calvo, con el empeño de fotografiar el concierto; Juan Sánchez, Enrique Sotomayor, Begoña Márquez, Juan Aranguren; el neurólogo trompetista José Larracoechea, Fernando Agirre, Begoña Ugarte, Santi Olabarria, Javier Ikaz, a quien reconocerán como autor de la obra Yo fui a EGB; Cristina Uria, Beñat Fernández, Eugenio Núñez, Araceli Alberdi, Loli Laucirica, Jesús Sagarraga, Aitziber Suárez, Gurutxze Uria, Fran Benavides, colombiano y amante confeso del jazz; María José Agirre, Matilde Campos y Nieves Peña, un trío de espectadoras con mucho son; Begoña Muguerza, Aintzane Gorostiza, Koldo Anasagasti que paseaba por allí, y así toda una legión de gente que se apresta a vivir en una caravana de ritmos que recorrerá toda Euskadi a lo largo de este mes.