FUE todo un viaje espiritual, una travesía que comienza desde los preludios corales de Bach, compuestos a principios del siglo XVIII y transcritos por Ferruccio Busconi en el siglo XIX, hasta las canciones de Franz Schubert. Todo se empaqueta en la pieza Amazin Grace que también pasea por la transformación espiritual de Franz Liszt en sus Armonías poétiques et religieuses y en el Kaddish de Maurice Ravel. Llega esta maravilla de trayecto a los espirituales negros y las canciones gospel del siglo XX, piezas como Sometimes, Ifeel like a Motherless Child, Gloria Aleluya y Amazing Grace, obra de John Newton, un converso que vivó la trata de esclavos. El autor Gilbert Chase ha escrito que Amazing Grace es “sin lugar a dudas, el más famoso de todos los himnos populares”, mientras que Jonathan Aitken, biógrafo de Newton, estima en su obra que el himno es cantado cerca de diez millones de veces cada año.

Ese era el tema elegido ayer por la soprano Barbara Hendricks para su participación el festival Bilbao Arte Sacro (BAS), organizado por el Ayuntamiento de Bilbao, edición que bajo el título Sacra Legata, se celebrará hasta hoy, martes 26 de marzo, en la iglesia de la Encarnación. A Barbara le acompañaron el pianista Roland Pöntinen que ha tocado en la Phillarmonia de Londres, la Filarmónica de Los Ángeles en el Hollywood Bowl y en la Orquesta de Cámara de Escocia entre muchos rincones más, y el polivalente diseñador de luces y guitarrista Ulf Englund, que comenzó su carrerta como diseñador de iluminación hace 30 añor en el Teatro Real de Estocolmo. Fue todo un espectáculo.

Barbara actúa en los festivales de jazz de medio mundo y desde 1987 colabora activamente con el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas como embajadora de Buena Voluntad. Ha dado conciertos en Dubrovnik y Sarajevo en plena desintegración violenta de la República Federal Socialista de Yugoslavia. Su desarrollo artístico y humanitario le ha granjeado sus propias primeras veces. Entre ellas, la de la orden de caballero de la Legión de honor francesa. También cantó en la ceremonia de independencia de Timor Oriental. Es por ello que ha recibido numerosos premios no solo por su labor artística –tiene una voz torrencial...– sino también por su trabajo humanitario. Es una mujer imparable que paralizó su carrera musical, si me permiten este juego de palabras con contrasentidos, para acabar sus estudios de física y matemáticas.

Entre los tres lograron que el son y la voz sonasen para que los espirituales se elevaran de lo lindo. Atrajeron a decenas y decenas de personas melómanas que desafiaron a la lluvia para llegar hasta ese paraíso sonoro. ¡Qué maravilla! Entre los presentes se encontraban Juan Carlos Fernández, María Jesús García, Miren Elosegi, Aitor Bikandi, José María Elizondo, Carlos Garay, Begoña Palacios, Miren Josune Bilbao, María José Etxebarria, Izaskun Orueta, Teresa Bordón, Eleja Rodríguez, Agustín Oiarzabal, Luis Alfonso Olalde, Cristina Berriozabal, Joaquina Armesto, Arantza Berriozabal, Aingeru Muñoz, Gotzone Urrutia, Asun Centón, Imanol Tirado, Mercedes Casado y Jesús Martínez entre otra gente interesada en una voz cargada de historia.

No fueron los únicos asistentes a un recital que tocó el alma de los presentes. Al encuentro con esa atmósfera flotante, si me lo permiten decir así, también acudieron Mar Rodríguez, Iñaki Peña, Pilar Maura, el pequeño Antonio Gómez, Gabriel Maura, María Teresa González, Mari Carmen Ballesteros, Maite Izagirre, Carmen Ortega, Begoña Muniozguren, Isabel Etxebarria y así toda una legión de gentes. Algunas repetirán en el concierto de clausura, a cargo de Tiburtina Ensemble, con la obra Ego sum homo de Hildegard von Bingen. Promete y mucho.