HAY algo de lord inglés en Miguel Zugaza. Algo en su estatura, en ese cabello ondulado y de aspecto húmedo, en el modo de mover las manos al hablar y hasta en la manera de llevar la corbata. Pasaría totalmente desapercibido en una junta de patronos de la Tate Gallery. Y seguro que los de la City se darían con un canto en sus británicas dentaduras por poder contar con él. Pero no.

A las 08.30 de la mañana, el director del Museo de Bellas de Artes no estaba desayunando té con pastas de jengibre. Se hallaba en su salsa. En el mero Bilbao. Ocupando el centro gravitatorio del atrio transparente de Torre Iberdrola; el sol atravesaba las paredes de vidrio como queriendo reclamar su parte del negocio. Estaba a punto de inaugurarse una nueva edición de los cursos de verano que el Bellas Artes organiza con el patrocinio de la Fundación Gondra Barrandiarán. La actividad, titulada Curiosidades y maravillas; sobre arte y coleccionismo, cuenta además con el apoyo de la Universidad de Deusto e Iberdrola y se prolonga hoy y mañana.

“El apoyo de Iberdrola es ahora fundamental, debido a las obras del Museo. Cuando le comenté nuestra situación a Rafael Orbegozo, él puso a nuestra disposición este sensacional auditorio”. Miguel Zugaza pronunció estas palabras junto al Árbol Rojo, escultura de Javier Pérez, que es una de las piezas, junto a otras de Darío Urzay, Cristina Iglesias o Jesús Mari Lazkano que forma parte de la colección de la empresa energética y que se pueden disfrutar en esa zona de la Torre. El director del Bellas Artes se encontraba en un distendido círculo integrado por las personalidades que disertarían a lo largo del día.

Se trataba de Marko Daniel, director de la Fundació Joan Miró, Barcelona; Guillaume Kientz, director ejecutivo de la Hispanic Society Museum and Library; Lucía Agirre, curator del Museo Guggenheim Bilbao; Antonio Filipe Pimentel, director del Museo Calouste Gulbenkian de Lisboa; Miriam Alzuri, conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo del Museo de Bellas Artes de Bilbao; Oier Etxeberria, responsable de programas públicos y comisariado de centro cultural Tabakalera de Donostia; Antonio Urbina, director de la Galería Caylus, Madrid, o Joseba Doistua, de la Universidad de Deusto. También estaban el citado Rafael Orbegozo, asesor de presidencia de Iberdrola y responsable de la colección de arte e interviniente en el curso, así como Guillermo Barandiarán, de la Fundación Gondra Barrandiarán.

A punto de llegar, Estrella de Diego, catedrática de la Universidad Complutense; Ana Vallés, presidenta del grupo Sorigué de Lleida; Manuel Fontán del Junco, director de Museos y Exposiciones de la Fundación Juan March y director del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca; Elvira Dyangani Ose; directora del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona ( MACBA); José María Lafuente, coleccionista, fundador y director del Archivo Lafuente de Santander, y Vicente Todolí, director artístico de Pirelli Hangar Bicocca de Milán.

El objetivo del curso es reflexionar en torno al interés personal y la responsabilidad privada o pública de atesorar y ordenar obras en conjuntos reconocibles denominados colecciones. Con el objetivo de entender esta práctica y sus repercusiones en el arte y su memoria, disertan los mentados responsables de colecciones y museos de todo el mundo.

Tenían interés en esas voces, coleccionistas de conocimientos como la historiadora del arte Maite Paliza, Pilar Carreño y Ana María Díez, arribadas desde Tenerife; Arlene Reina, Maite Otaola, Victoria Gorbeña, el galerista Michel Mejuto, Lorena Zabala, Pilar de la Rica, Kontxesi Aranburu, Irati Legarreta, Petra Pérez, Raquel Goikoetxea, Chus Navarro o Andoni Treku, además de becarios como Xabier Atxurra, Enara Herranz y Jorge García.