EL importador, una suerte de Marco Polo de la cerveza que hoy gobierna múltiples mercados, se llama Erik Coene. De su mano llegó ayer al bar americano y la carta del Hotel Carlton la HB Hofbräu München, descendiente de la Ley de la pureza (Reinheitsgebot en alemán) que fue decretada el 23 de abril de 1516 por el príncipe Guillermo IV de Baviera. Se establecía que la cerveza solamente se debía elaborar a partir de cuatro ingredientes: agua, cebada, malta y lúpulo. “Se cree que es la primera regulación legal de un alimento”, dijo Erik, mientras el director del hotel de alimentos y bebidas del hotel, Eduardo Díez, y la primadonna del Hotel Carlton, Yolanda del Hoyo, daban la bienvenida a los asistentes que, unos minutos después de las explicaciones de Erik, vieron cómo el barril de madera se taladraba para que corriesen los primeros ríos de cerveza sobre las jarras. El Ein prosit que se cantó como bienvenida tuvo a Enrique y Alfred Thate como maestros de canto. Para entonces, para cuando rompieron a cantar, todo el mundo llevaba una jarra en la mano.

A la cita no faltaron, además de los ya citados, el director del hotel, Alberto Gutiérrez; el escritor Javier Sagastiberri, Begoña Martínez, el arquitecto Fernando Barrio, Jorge Aio, Olga Zulueta; Ignacio y Daniel de Lázaro, José Mari Amantes (la semana que viene impulsa la entrega del gigante de Moskotarrak a la actriz Itziar Ituño...) Asun Muñoz; la presidenta de Mujer Siglo XXI, Carmen Miral (en noviembre entregarán el alfiler de oro a la pianista Isabel Dobarro, también en el hotel Carton...) Carlos Fernández de Avilés, María Tomasa Núñez. Marino Montero, Concha Marcos, Juan Luis Saiz de Ocariz, María Jesús García del Moral; el diseñador de alta costura, Javier Barroeta, Igor Pérez, Carmen Thate, Marian López; el presidente de Unicef, Isidro Elezgarai; José Ramón Taranco, en nombre de Laboral Kutxa y un buen número de hombres y mujeres que se regodearon con esa Hofbräuhaus, antecedente de la legendaria Oktoberfest. En octubre de 1810, HB sirvió gratis en una boda real y el clímax fue una carrera de caballos en las afueras de la ciudad. Nacía la fiesta.