La galería Lumbreras presenta las exposiciones de Álvaro Sánchez-Montañés y de Mariemi Otaola
Auna de esas aves bien pudiéramos llamarla Fantasía y a otro de los pajarillos, Imaginación. Un tercero tal vez responda al nombre de Aires de grandeza y un cuarto, qué sé yo, Ideas Locas. ¿Cuántas veces no habremos usado esa expresión, “ese tiene pájaros en la cabeza”? Lo hacemos refiriéndonos a personas que coinciden en nuestro camino y le intuimos raptos de locura. Es gente fuera del raíl de los convencionalismos, con personalidad desatada y diferente a lo habitual. ¿Quiere decirse con ello que les menospreciamos? Creo que no. Sospecho que con la frase tapamos nuestras dificultades para comprenderles. Hubiera querido acercarme ayer hasta Mariemi Otaola, la artista polifacética, para preguntarle. Es una mujer plural en sus curiosidades artísticas que compagina su dedicación a la música con su actividad como escultora: forma parte de dos grupos dedicados a la música barroca, Los Tonos Humanos y Aula Boreal y pertenece, así mismo, al Consejo de Administración y a la Comisión Artística de la Orquesta Sinfónica de Euskadi. En el campo de las artes plásticas, mantiene su pasión por la escultura, gracias a la relación sostenida en los años con el escultor Venancio Blanco, que toma como referente hasta encontrar su propia identidad escultórica.
Ayer tuve la ocasión, les digo. Pude acercarme a ella en la apertura del curso de la galería Lumbreras (hoy lleva las riendas Begoña Lumbreras con la colaboración del patrón fundador, Juan Manuel Lumberas, y su compañera de vida, María José Darriba...) donde presentó su último trabajo: Refugio para los pájaros de la cabeza. Tanta gente acudió a saludarle que decidí posponer la consulta.
La obra de Mariemi (pequeñas construcciones escultóricas sin puertas ni tejado...) ocupa uno de los espacios. En otro de ellos los visitantes a la galería pudieron recrearse con las fotografías del catalán Álvaro Sánchez-Montañés, quien ayer no pudo acudir a la puesta de largo. Lo hará la semana venidera para encontrarse con Mariemi y con otro puñado de artistas vascos.
La periodista, editora, escritora y crítica de arte Rosa Olivares, toda una referencia en el sector, ha dicho que “la fotografía de Sánchez-Montañés bebe de muchas fuentes y esta ligada estrechamente a la fotografía de paisaje y de arquitectura de la época. (...) Se asombra de aquellos lugares sin grandeza alguna, ni ruina ni palacio, paisajes que nunca antes habrían gozado de la contemplación de un artista”.
La obra de ambos artistas tuvo imán y atrajo a un sinfín de visitantes, entre curiosos e interesados. A la cita no faltaron el presidente de la asociación Bilbao Metrópoli, José Antonio Garrido; el autor del catálogo de la exposición, Luis Candaudap; Bego Irazabal, Maite Gorrotxategi; la galerista argentina Eugenia Griffero que ya trabaja en la presentación del libro Ellas la semana que viene; Irati Azpeitia, Igor Falcón; artistas como Julio Ortún e Iñaki Etxebarria, Karen Amaia Bilbao, Adriana Der Kinderen; la escritora Felisa Urraca, Eli Belaustegigoitia, Pablo Camarero; los artistas Fernando Biderbost y Alberto Eskerri; Amaia Lumbreras, Teresa Molina, Javier Cepedana y los pequeños Leo e Iñigo Cepedana Lumbreras; José Castresana, Isabel Terreiro, Yolanda Garcés, Susana López, Juan Garrido, Belén Madariaga, Aurora Gómez, Emilio Melón, Efrén García, Belén Sánchez, el concejal Koldo Narbaiza, María José Barandiaran y un buen puñado de gente que se acercó al despegue de la temporada en la galería Lumbreras.
Abajo y arriba; arriba y abajo. Los asistentes disfrutaron de lo lindo con la contemplación de la obra expuesta y con las escapaditas al exterior en busca de aire fresco. “No hay vida que valga con estos calores”, maldecía una voz anónima. Ni les cuento la gente que asentía con la cabeza, el nido de los pájaros de los que habla Mariemi.