Marijaia se materializa hoy. Por eso no pasó ayer por el photocall previo al estreno de The Hole X que fue habilitado en el atrio de acceso al auditorio del Euskalduna. De otro modo se hubiera retratado con la avalancha de gente guapa que llenó la sala.

En el ambiente del viernes previo al txupinazo, tras dos años a palo seco, flotaba el ansia de jolgorio. Sin pañuelos azules anudados al cuello, ni cuadrillas formando congas o agarrándose por el hombro para cantar lo que suene en los altavoces. Pero solo faltababa eso. Por lo demás, era como si todo lo invadieran las feromonas festivas de Marijaia. Su llamada, muda hasta esta tarde, convocó a personalidades, principalmente relacionadas con el mundo de la cultura y el espectáculo, que regresaban de costas próximas o lejanas, con la piel tostada, la figura equilibrada y el ánimo dispuesto.

The Hole, el cabaret de la transgresión transversal, el café-teatro posMad Max, celebraba su décimo aniversario, de ahí esa X cargada también de doble sentido. Aunque, junto al photocall, el personal se saluda y abrazaba con efusión, como quien celebra la vuelta del festejo total tras 730 días de ausencia. Como quien aún conserva alguna sospecha de que no puede ser cierto.

Esa alegría manifestaban el director general de EITB, Andoni Aldekoa, de regreso a su anterior casa, cuya gestión es responsabilidad ahora de la también presente Nerea Lupardo; el presidente de la Autoridad Portuaria de Bilbao, Ricardo Barkala; la presidenta de la Red de Parques Tecnológicos de Euskadi, Itziar Epalza; el director de Administración Pública de la Diputación, Josu Bergara; o el director general de Onda Vasca, Gotzon Muneta.

Pasaron por el photocall las actrices Maribel Salas, Sol Maguna, Loli Astoreka, Esther Velasco o las hermanas Gemma y Yolanda Martínez, esta última alma mater del Badulake. Lo mismo cabe decir del dúo vital formado por los intérpretes Ylenia Baglietto y Ander Otaola.

Entre las estrellas catódicas, Klaudio Landa o Joseba Solozabal. Entre las micrófónicas, Iñigo Lejarza. Por supuesto, los críticos David Barbero y Andrés Portero, o cronistas destacados como Jon Mujika.

El gran José Antonio Nielfa compareció acompañado por Antón San Sebastián, Alberto Zamora, Estíbaliz Cabezón, Bego Noriega, Manu Martínez y Ricardo Franco.

Acudieron el productor Txema Montoya, el pintor Jujo Ortiz, el profesor de producción audiovisual Txarly Marqués con Olga Izquierdo, el barítono José Manuel Díaz, y la bailarina y maestra de ballet Teresa González con Hugo Rojo.

No faltaron la presidenta de la asociación de comerciantes de Deusto, Julia Diéguez, con Julio Aristín, o Beatriz Marcos y su hija Alejandra Ezcurra, además de Arturo Trueba, Iratxe Arrola, Davinia de Diego, Nerea Ibáñez, Amagoya Rubio, Félix Daniel, Uxue Mujika, Leire Gondra, Irune Fernández, Ainhoa Gutiérrez, Silvia Vidal, Mar Herranz, Virginia Villar, Bárbara Herrera, Yoli González, Norma Damont, Asun Fernández, Laura González, Iker Robles o Álvaro Martínez, entre otras muchas personas que llenaron el auditorio. Una sala convertida en un cabaret con mesas en las que sirven copas. Y en el que cantantes, acróbatas, patinadores, artistas en general, transitan de género en género, quiebran códigos y buscan continuamente la participación del público sin abandonar jamás el burlesque y con la transgresión como escaleta.

Oficia como perfecto maestro de ceremonias un difícilmente reconocible Canco Rodríguez, aquel Barajas que era íntimo amigo del Luisma en la serie Aída. “¡Muy mal se nos tiene que dar esta tarde para que no lo pasemos de puta madre!”, grita a la concurrencia en los compases iniciales.

Y, aunque Maripuri Herrero dotó a Marijaia de un espíritu naif, cuesta poco imaginarla, más canalla, disfrutando de The Hole X.