S toda una curiosidad, un capricho de la Historia, que de vez en cuando luce juguetona. No por nada, La Clemenza di Tito, como muchas de las grandes obras maestras de la ópera, narra los dramas amorosos de distintos personajes ficticios, entrelazados entre sí y con un trasfondo político. Curiosamente y para destacar lo convulso del momento histórico, fue compuesta para la coronación de un rey, Leopoldo II de Austria, como rey de Bohemia, pero estrenada en plena Revolución Francesa, con lo que lo que aquel episodio implicó para las monarquías absolutistas sobre la faz de la tierra.

En julio de 1791, último año de la vida de Wolfgang Amadeus Mozart, el compositor estaba enfrascado en la creación de La flauta mágica. Le encargaron entonces la composición de una ópera seria. Lo hizo el empresario Domenico Guardasoni, que vivía en Praga y a quien en junio de ese año le pidieron una nueva obra para la coronación de Leopoldo II como Rey de Bohemia, ceremonia que tendría lugar el 6 de septiembre. Guardasoni se desplazó a Viena, e intentó primero contratar a Antonio Salieri, que estaba muy ocupado y declinó la oferta. Los plazos tenían una fecha límite de entrega muy ajustada.

Mozart no dudó en aceptar, puesto que Guardasoni le ofreció el doble de lo que normalmente le pagaban por una ópera en Viena. Abandonó la composición de La flauta mágica para dedicarse a La clemenza di Tito. Los primeros biógrafos de Mozart afirmaron que la había compuesto en 18 días, si bien hoy en día se considera una leyenda no probada. Después de trabajar en Viena, se trasladó a Praga, con su alumno Franz Xaver Süssmayr y su mujer, Constanze Mozart. Al trabajo que ya traía hecho de Viena le sumó el realizado a lo largo del viaje. A Süssmayr le confió la redacción de gran parte de los recitativos secos.

La ópera se estrenó en el Teatro Nacional de Praga el 6 de septiembre de 1791. Horas antes, Leopoldo había sido coronado. La obra tuvo una tibia acogida. El rey Leopoldo prefería la opera de estilo más italiano, en lugar de la manera germánica por la que Mozart se había decidido. No se sabe lo que Leopoldo pensaba de esta ópera compuesta en su honor, pero se cuenta la anécdota de que su esposa María Luisa se refirió a ella como "porcheria tedesca" ("porquería alemana"). No, por supuesto que no lo es.

"De porquería nada, monada", le hubiesen dicho los asistentes a la representación de ayer de una opera de romanos (está ambientada en la Antigua Roma...) dicho sea en el argot cinematográfico. Se trata de una historia de "poder, traición y remordimientos en la que finalmente triunfa la compasión", con el debut en ABAO de grandes voces como el tenor italiano Paolo Fanale, en el rol protagonista del emperador Tito, y los mezzosopranos Daniela Mack, en el rol de Sesto, el amante de Vitellia y traidor amigo de Tito, y Veta Pilipenko como Annio, amigo de Sesto y enamorado de Servilia.

Ayer se vivió la segunda función y a la misma no faltaron, en nombre de la ABAO, María Luisa Molina, el notario José Antonio Isusi, Txema Bilbao, Marian Mata, Chelo Mata y Federico Albizuri; el director Territorial Norte de BBVA, Carlos Gorria, Begoña Bernal, Fernando Fernández, Marta Álvarez, Alberto Alonso, José Vicente Amiano, Mariví Aboitiz, Ignacio Marcos Gardoqui, el dramaturgo David Barbero, Abel Pereda, Concepción Segú, Carlos Ubide, María Ángeles Garrido; el galerista Juan Manuel Lumbreras; el artista Fernando Mardones, José Luis Rodríguez, Alberto Iturriaga, Maite Agirre, Almudena Marín, Martín Alonso, Arantza Martínez, José Antonio Garrido, José Luis Fernández, Paloma Domingo-Aldama, Alberto Rubio, Gonzalo Fernández, María Teresa García y otra gente amante de la buena mesa de la lírica y las voces redondas.

El Palacio Euskalduna acogió de la mano de ABAO la representación de 'La Clemenza di Tito', una ópera inédita en Bilbao

Se trata de la última obra compuesta por Wolfang Amadeus Mozart, estrenada poco antes de su fallecimiento