ECORDAR es fácil para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para quien tiene corazón. Tal sentencia o una parecida le escuché en cierta ocasión a Gabriel García Márquez y vino ayer a mi cabeza mientras se apagaban las luces del Teatro Arriaga y del escenario llegaba el fluir cantarín de un río en el bosque, primera de las escenas de una obra, Antonia, que durante hora y media alcanzó el corazón de los asistentes a un estreno que no dejó indiferente a ninguno de los presentes.

Lo dijo Cicerón antes, mucho antes de que García Lorca nos advirtiese, desde el programa de mano virtual de la obra que colgó en su web el propio teatro, que "la muerte acecha y el no recuerdo es morir". ¿Qué dijo Cicerón? Que la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos. Ahora mismito les cuento la historia que traigo en el zurrón pero quisiera lanzarles una advertencia por delante: no se acaba una historia solo con decir adiós. Hay que tener presente que el estar ausente no anula el recuerdo, ni compra el olvido, ni nos borra del mapa. Pasemos, pasemos al interior.

Todo comienza con la inquietud de Javier Liñera, un trotamundos que es, ha sido y será actor, director, pedagogo, productor, organizador de eventos, formador de compañías, y, en fin, todo lo que se puede hacer en el teatro. Para él va el primer recuerdo cuando le avivó el fuego de la memoria para advertirle que con Simulacro Teatro consiguió el premio Ercilla a la mejor labor teatral en 2003. Que no es un cualquiera, vamos.

Para esta crónica digamos que es el autor y director de Antonia, la obra de la que vengo a hablarles. Es quien nos dice que Antonia nace por las ganas de saber por qué recordar, para qué, cómo y qué. ¿Quién es Antonia? Esa es la pregunta de la tarde. Nace en el nido de con Ékoma Teatro y en connivencia con Aitor Pérez Collado, fundador de este grupo gasteiztarra y también protagonista de la obra, junto a Begoña Martín Treviño, como lo ha sido de multitud de montajes desde hace casi veinte años, un par de ellos vinculados a Goenkale. Como intérpretes audiovisuales (que los tiene porque es una obra de teatro moderna, todo hay que decirlo...) hay que citar a Raúl Camino y Charo Polentines.

¿El argumento? ¡Ay, el argumento! Oigamos a su creador. "La pieza es una incisión que se hace en el cerebro de un escritor para poder conocer su historia, y la de sus personajes. Es un viaje entre recuerdos, entre pasado y presente, entre realidad y ficción. Es la búsqueda de su relato y del nuestro propio". Amén.

Dicho todo cuanto se me ocurre sobre la obra y el universo que le envuelve, les contaré que fueron testigos del asunto personas como el dramaturgo David Barbero, Félix Linares, el actor Mikel Martínez, Lola Herrera (en este caso no es la actriz...), Kontxi Beaskoetxea, Ana Elías, Jonan Hernández, Jesús Mari Platón, actor aficionado y hombre de acero en el arte marcial del mugendo, acompañado por su madre, Isabel Cabello; Maite Tarazona, Ana Díaz, Joana Aristondo, Gloria Martínez, María Benigna, Josune Reinosa; Tomás Galindo y Yuke Ward, quienes acompañaban al intérprete audiovisual Raúl Camino; Aitziber Muguruza, Miren Uribe, Ane Gorria y un buen número de gente más inquieta y halagadora del buen teatro.

La pieza se interpretó en el formato de espacio abierto, según recordaban Andoni Olivares (estaba entusiasmado con esa viñeta de El roto de ayer, donde denunciaba que "morimos en soledad para evitar la muerte"...)y Jon Rozadilla. En torno a cien asistentes la siguieron en carne y hueso y en la lista de asistentes también pudo verse a Lucía Soria, Arantza Goiri, Irma Laría, Aitor Conde, Ricardo Sáenz, Imanol Álvarez, Yolanda Bustillo, José Miguel Arrue, Argene Sánchez, Ane Picaza y María Goiricelaya entre otros. Lo recordarán.

'Antonia' es el título de la obra estrenada ayer en el Teatro Arriaga de la mano de Javier Liñera en el texto y Aitor Pérez Collado

La pieza, interpretada en espacio abierto, defiende la búsqueda de los recuerdos y la memoria como uno de los baluartes de la vida