ERÁ el curso de la culminación, la temporada en que se hará cumbre. Quince años después del inicio del proyecto Tutto Verdi, la ABAO lo abrochará esta temporada, el año de las incertidumbres. Han trabajado de lo lindo en los despachos, se han cruzado mil y un mensajes con los socios, con las voces privilegiadas, con los músicos... ¡con cualquiera que pudiese echar una mano para poder dar el banderazo de salida a la 69ª temporada de la ABAO! Con rostros de felicidad, cubiertos con un barniz de alivio, la organización y los melómanos que aman la ópera se saludaban en la distancia media -la corta está prohibida, no hace falta que se lo recuerde...- y buscaban su localidad. Como quiera que el aforo está reducido a 400 butacas era necesario. Ya solo por eso se puede hablar de una tarde-noche inolvidable.

El año de la cumbre, como les decía, arrancó con un final feliz. Lo digo porque la obra elegida para el despegue, Il turco in Italia, de Rossini, tiene uno de esos desenlaces románticos que te dibujan una sonrisa. Es un dramma buffo per musica en dos actos que acaba en una playa napolitana donde Selim y Zaida van a hacerse a la mar en dirección a Turquía, mientras que Fiorilla busca un bote que la lleve de vuelta a su ciudad natal. Geronio la encuentra y la perdona. Se reconcilian afectuosamente. Ambas parejas están por fin reunidas y Prosdocimo muy satisfecho con el final feliz. Toda la ópera se resumió en hora y media entre la incertidumbre de quienes bien saben que esa no es su duración habitual. El libreto se completa, sin incidencias por medio, en dos horas y treinta y cinco minutos.

Era un ir y venir de la gente por los pasillos antes de que se apagasen las luces y la concurrencia se sumergiese en la historia y en su armonía. Entre los asistentes a la inauguración oficial -solo había 21 butacas habilitadas en el palco presidencial...- se encontraban el anfitrión, Juan Carlos Matellanes, presidente de la ABAO; el consejero de Cultura, Bingen Zupiria, acompañado por Aintzane Bolinaga; el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; la diputada de Cultura, Lorea Bilbao; la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui;el vicepresidente de la ABAO, José Antonio Isusi; el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso; Susana Rodríguez Vidarte, Carlos Gorria, director territorial zona Norte de BBVA; Laura Poderoso, subdirectora de la Fundación BBVA; Guillermo Ibáñez, Txema Bilbao, Andoni Aldekoa (algunas voces le preguntaban si lo suyo era para darle la enhorabuena o no...), el pianista universal Joaquín Achúcarro, Jesús Urrutikoetxea, Mariví Mendia y gente melómana empedernida.

En la sombra Cesidio Niño y María Luisa Molina vigilaban y cruzaban los dedos para que todo fluyese con los ajustes y reajustes -primero se bajó a 600 localidades y más tarde a 400, en las medidas de última hora, hace apenas unos días...- necesarios. Más desahogados siguieron el libreto y la partitura Juan Carlos Abaitua, Fortunata de las Rivas, María Hurtado de Saracho, Carmen Fernández Valdés, Teresa Muguruza, el dramaturgo David Barbero, Juanjo Andikoetxea, Jone Gurrutxaga, Jon Ortuzar, Ana Trueba, Eugenio Behal, María Antonia Ortube, Iñigo Camiñas, Herman Díaz del Sel, María Luisa Ortega, José Luis Madariaga, María José Etxebarria, Miguel Ángel Urrutia y un reducido grupo de asistentes para lo que se acostumbra.

El criterio desplegado para repartir las butacas fue el de riguroso orden de antigüedad para quienes solicitaron la asistencia. A la salida de la representación, pese a todas las dificultades, la inmensa mayoría hablaba maravillas de lo visto. Quizás porque no hace mucho no lo veían nada claro. El esfuerzo por mantener la ópera en pie en Bilbao merecía lo que les había comentado al principio: un final feliz.

La 69ª temporada de la ABAO se inaugura con una versión reducida de 'Il turco in Italia' representada en el Palacio Euskalduna

En torno a 400 personas vivieron de cerca el regreso de la ópera a la villa con la incertidumbre en torno a la hora y media de duración