NO todo es reguetón, trap y Rosalía. Cierto, faltaban las cámaras de televisión, las hordas de fans de pelaje diverso y las camisetas con la carátula del último DVD. Pero Johann Sebastian Bach, un melenudo alemán muy anterior a sus compatriotas los Scorpions, sigue teniendo tirón por mucho que las radiofórmulas le hagan luz de gas.

A eso de las 20.00 horas de ayer, cuando Bilbao empezaba a dejar de derretirse, el Preludio y fuga en si menor BWV 544, de Bach, comenzó a sonar a través de los tubos del órgano de la catedral de Santiago. No cabía un alfiler en las hileras de bancos de la nave central. Y pocos espacios quedaban libres en la naves laterales. La compleja música barroca se apoderaba de la arquitectura gótica para deleite de una audiencia del siglo XXI. Llenazo. El atril de los programas de mano no dio abasto.

A las teclas y pedales, el maestro Patxi García Garmilla, exprofesor titular de Geología de la UPV/EHU y también premio de órgano por el conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga. Además, García Garmilla es compositor y adaptador de obras orquestales a su instrumento.

Manejó los registros del órgano, o sea, las llaves que permiten o cortan el paso de aire presurizado a determinados tubos, Leonor Hennequet. Esta exprofesora titular de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UPV/EHU estudió piano y órgano, es soprano de un grupo vocal y registrante habitual en los conciertos de García Garmilla.

Estaba al tanto de todo, el párroco del Casco Viejo, Luis Alberto Loyo. Abundaban los concertistas de órgano, por ejemplo, el titular de la catedral, Gorka Iglesias. O la reconocida organista Maite Aranguren. “Resulta complicado tocar este instrumento. Tiene muchos teclados, pedales y registros y es capaz de generar una gran variedad de sonidos”, explica Iglesias. El instrumento de la catedral, que se llama Jesús Guridi en honor al autor de El caserío, es un Pellerin & Uys construido en la localidad francesa de Poyartin en 2002 y modificado en 2018.

HABITUALES Mucho habitual entre los asistentes. Caso de Luis Martínez, muy aficionado a la música clásica y especialmente al órgano, que acudió con su hijo Igor, a quien también tira el rock americano. Otros que se presentan “siempre que nos enteramos y la agenda lo permite”, son Juan Carlos Pérez Muro y José Félix Martínez. Lo mismo que Txema Sandoval y Ricardo Martínez de la Pera. Acudieron Ana María Saiz, Mari Carmen Álvarez, María Luisa Gómez, Begoña Rodríguez, Dolores Santamaría, Daniel Garay, Laura Nuño, Iker Tascón, Ana Isabel Rodríguez y Cristina Mata, quien reconoció que cada vez va “con más frecuencia a estos conciertos”. Y así, hasta completar la catedral.

Completaron el repertorio el allegro de la Sexta sinfonía en sol menor, de Charles-Marie Jean Albert Widor, y versiones para órgano de piezas de Verdi, Puccini y Julen Ezkurra Pérez de Fontecha.