Con una densidad de población de 90,2 habitantes por kilómetro cuadrado, la distancia social es, sencillamente, algo natural en Gamiz-Fika. Un municipio que, dadas sus características, no ha sufrido tanto los reveses del covid-19 y que ahora anhela la vuelta a la normalidad mientras llegan, gota a gota, las dosis de libertad. Al mismo tiempo, mira de reojo las posibles consecuencias económicas de la crisis sanitaria que amenazan con castigar severamente a los municipios más pequeños y, por tanto, con menos recursos.

Apenas han tenido un caso positivo por coronavirus ya que en esta pandemia, la dispersión del municipio ha jugado a su favor. ¿Cómo vive esta situación la localidad?

—En el medio rural el confinamiento no tiene la misma afección que en poblaciones con más habitantes, como Mungia. De por sí ya vivimos alejados unos de otros, aunque como en todos los sitios haya afectado a las relaciones sociales.

¿Cómo es la gestión municipal del día a día en este contexto?

—El Ayuntamiento sigue funcionando casi con normalidad. Con las medidas de seguridad establecidas, no se reciben visitas pero se atiende a los vecinos y vecinas por las vías telemáticas habituales.

¿Han necesitado reforzar las tareas de limpieza o desinfección?

—Sí, desde el inicio de la pandemia nos pusimos manos a la obra. La brigada del Ayuntamiento, dos veces a la semana, desinfecta buzones, todos los contenedores del municipio y los lugares por los que hay un mayor tránsito de personas, como el centro médico y su parking, la marquesina del autobús, la farmacia, etc.

A nivel económico, ¿qué medidas preparan para hacer frente a esta crisis?

—Gamiz-Fika es un municipio rural que carece de industria y locales comerciales. La mayor parte de la actividad pertenece al sector primario por lo que dependemos de los impuestos que recaudamos. Siendo conscientes de que hay vecinos que lo puedan estar pasando mal, tenemos previsto retrasar, en la medida que se pueda, el cobro de impuestos como el de vehículos y el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI).

¿Qué repercusión tendrá esta crisis en las arcas municipales?

—Teniendo en cuenta la situación actual y cómo esta crisis está afectando a la recaudación y a la economía de Euskadi, puedo intuir que nos afectará mucho a todos los municipios vascos, sobre todo a los más pequeños.

¿Qué proyectos municipales se han visto frenados o postergados?

—Tenemos intención de mantener todos los proyectos previstos para este año y trabajaremos para conseguirlo. Más adelante, en función de cómo evolucione la situación económica, quizás haya que replantearse algún proyecto previsto para los próximos años.

De la mano de la Mancomunidad, trabajan para dar respuesta a las personas en situación de vulnerabilidad, ¿hay familias en esta tesitura en Gamiz-Fika?

—A lo largo de los últimos años, y en mi condición de presidente de la Mancomunidad de servicios sociales de Mungialde, tengo que confesar que por desgracia siempre hay algún caso de personas en situación de vulnerabilidad. Se han reforzado los servicios, como el de atención domiciliaria (SAD), y el equipo de profesionales con el que contamos está dando el 200% para que nadie quede desprotegido. Desde aquí mi agradecimiento a todas estas personas por su labor.

Las residencias de mayores están siendo un punto crítico durante esta pandemia. ¿En qué situación está la de su municipio? ¿Le constan positivos?

—El contacto con sus responsables es continuo y saben que nos tienen a su disposición. Hasta el momento, por suerte, no se ha detectado ningún positivo.

¿Vislumbra en el horizonte el proceso de vuelta a la normalidad? ¿Trabajan ya en algún plan para volver a retomar la actividad de los servicios suspendidos?

—En el Ayuntamiento, el personal administrativo está trabajando a turnos y la brigada lo hace con total normalidad, todos ellos, con las medidas de seguridad necesarias. Nos gustaría, como a todo el mundo, recuperar la normalidad cuanto antes pero creo que eso no depende de nosotros...

Han colaborado en la conversión del frontón como punto logístico de distribución de alimentos.

—La suspensión de ferias y mercados, el cierre de la hostelería, lógicamente ha afectado también a este sector que ha tenido que reinventarse para poder dar salida a sus productos. Como no podía ser de otra manera, desde el Ayuntamiento hemos apoyado a productores de toda la comarca cediendo el frontón para poder dar salida a sus productos y un servicio a domicilio a la población de los alrededores.

¿Esta crisis puede ayudar a cambiar los hábitos de consumo y fortalecer el sector rural?

—Espero que esta crisis ayude a cambiar algunos hábitos de consumo y a poner en valor el sector rural y la gran cantidad de productos de calidad que tenemos la suerte de poder disfrutar en Euskadi. Fuera de aquí somos bastante envidiados.

¿Qué mensaje lanzaría a la ciudadanía?

—Lo primero, me gustaría agradecerles con un eskerrik asko grande su comportamiento durante este tiempo, puesto que no ha habido ningún incidente en el municipio. Ahora, la vuelta a la normalidad será por fases. Ya desde el pasado sábado día 2 estamos disfrutando de nuestro pueblo con un poco más de libertad, pero no hay que olvidar que esto va para largo y que hay que seguir cumpliendo las recomendaciones sanitarias y de seguridad.

"Tenemos intención de mantener todos los proyectos previstos para este año y trabajaremos para conseguirlo”