Erandio - Josemi Arranz de Juan es un pintor itinerante. Un artista de los que carga su mochila, con sus acuarelas y pinceles dentro, y se va allí y allá. Y se pone bajo el cielo. Y pinta. Este vecino de Astrabudua, con años de experiencia coloreando y también enseñando, es asiduo a los certámenes de pintura rápida al aire libre. “Aquí hay mucha afición. Yo, a consecuencia de estos concursos, he conocido sitios que seguramente no habría conocido de otra manera. Ni siquiera por aquí, por Euskadi. Me he movido por muchos pueblos de aquí cerca: Gorliz, Sopela, Plentzia, Portugalete? Por Gipuzkoa, también. Antes iba hasta Madrid, he estado en Jaén? Es una gozada porque allí cambia la luz totalmente; aquí tenemos un azul más agrisado y allí es un azul, muy azul. Los blancos, también son muy blancos, con todas las casas así?”, señala este erandioztarra, que a principios de mes ganó el concurso de Tudela.

Acumula unos cuantos primeros premios, de hecho. “Yo siempre digo que estos concursos son como si en una empresa dicen: Venga, este mes solo vais a cobrar tú, tú y tú. Entonces, claro, cuando no ganas es como si no hubieras conseguido tu sueldo”, reflexiona Josemi, que no oculta las dificultades de una profesión como la suya, de una pasión y una vocación, como la suya. “Ahora, por ejemplo, el tema de vender cuadros está muy complicado. Cuesta mucho. En Bilbao han cerrado muchas galerías. Aguantan muy pocas”, lamenta este pintor, que cuenta con un estudio en la capital vizcaina. Por eso, los certámenes en los que hay que crear una obra pendientes del reloj son un recurso para ir ganando un sueldo. “Tú vas con tu lienzo en blanco y estás por la mañana pintando y luego te invitan a comer. Aunque ahora se ha puesto de moda hacer concursos más largos. Suelen consistir en representar paisajes, costumbres? algo relacionado con el sitio. También podrías pintar a un personaje de la zona, por ejemplo. Sí intentamos siempre que se vea dónde estás. Yo juego a buscar una visión distinta”, asegura este artista.

“Los concursos también te crean ansiedad. Cada cuadro requiere un punto de estrés, un punto de sufrimiento y un punto de disfrute. Siempre lo hay”, considera Josemi, que agradece esta forma de expresión: concentrada, intuitiva, a bocajarro. “En el estudio”, por contra, “pintas unas horas y te vas, luego vuelves y tienes que volver a enlazar”, indica. Al aire libre, la imaginación vuela y debe volver de golpe. Eso sí, también tiene su aquel. Todavía se acuerda este artista cuando pintó por primera vez en la calle... “A mí, se me mezclaba todo, no es como en el estudio. ¿Cómo se hace esto? pensaba. Y poco a poco, vas cogiéndole el truco”, admite Josemi, que también tiene una faceta de profesor que le gusta “mucho”. Estuvo dando clases con el colectivo de artistas getxotarras Antzezaleak, ahora las da en su estudio, de una manera más familiar, y también en los talleres municipales de pintura que organizan ayuntamientos como Derio o Bakio.

De colores Y así dibuja este vecino de Astrabudua su trayectoria vital. También, con exposiciones. “Ahora mismo estoy exponiendo en Noja junto a otros 50 artistas. Es una bienal que va a llegar a Estados Unidos”, desvela. Todo para volcar un sentimiento, para plasmar una manera de ver el mundo. “Todos los años hay algún cuadro que dices: Me he quedado contento con él. Los cuadros que he pintado de jazz me han dejado muy buena sensación. Me gusta mucho la música y el jazz especialmente”, destaca Josemi, que no veía su día a día en otro color. Tuvo otros trabajos, pero el lienzo regresó al epicentro. “Desde crío tenía algo con el papel y el lápiz y sobre los 16 o 17 años, andaba detrás de que me llevaran a una academia porque yo quería pintar. Pero mi padre pensaba que no era lo mejor y mi madre le terminó convenciendo. Me acuerdo que entré en una academia de Astrabudua, pero no era lo que yo buscaba, así que seguí hasta Leioa y di con la de Richard Pérez Franco. Y en cuanto entré, vi que era lo que yo quería hacer”, describe este erandioztarra, así, sus primeros trazos.